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Celta de Vigo
2-2
Sevilla FC

El Celta tenía razones para creer en si mismo

Alberto Bravo

No pudo ser, el Celta lo intentó, estuvo cerca de lograr la machada y al final acabó empatando una vuelta de Copa donde volvió el ADN Celta, con un juego vertiginoso y vibrante que desarboló por momentos al Sevilla. La afición lo supo valorar y despidió a los suyos como héroes.

Berizzo lo tenía claro, en este partido se iba a morir o matar, y así planteó el encuentro, defensa de riesgo con mucha profundidad en las bandas, medio campo liviano y cuatro pistoleros arriba. Emery también se tomó el partido en serio, su once estaba plagado de titulares conocedor del peligro que entrañaba darle la mínima oportunidad al Celta.
El Celta salió al campo con ganas de mandar, el Sevilla se dejaba dominar, la renta de cuatro goles ayudaba a dejar la pelota al Celta, comienzo con muy buenas intenciones donde destacaba el duelo de daneses entre Krohn Dehli y Wass, más algún detalle de calidad de Orellana. El Sevilla bien plantado no concedía ocasiones y poco a poco se iba sintiendo más cómodo. 
Sin un gran juego los visitantes iban acercándose a la meta defendida por Rubén Blanco, el equipo de Unai Emery se aprovechaba de sus mejores armas, la velocidad al contragolpe y su poderío aéreo. El ánimo iba disminuyendo en la parroquia celeste que veían a un Celta incapaz de hacer daño, de golpear de la misma manera. Era un duelo entre un peso gallo y un peso pesado, la diferencia de pegada, o la sensación de esa pegada era abismal.
En esto llegó el minuto 29, donde incomprensiblemente el utillero del Sevilla se encara con el cuarto árbitro y acaba expulsado, y a partir de un tangana entre jugadores del Celta y Sevilla, los locales entraron en lo que Berizzo llama momento de máxima excitación, donde el Celta rinde a su mejor nivel. Y así fue, en una jugada trenzada en banda izquierda la defensa del Sevilla se descoloca para que la pelota acabé en un Aspas que no perdonó.
Tras los malos minutos del Celta, el tanto metía a los de Berizzo en el partido, tuvo alguna más el Celta en los minutos siguientes ante la inexplicable descomposición del Sevilla al encajar el tanto. Fueron 10 minutos en los que el Celta pudo ampliar el marcador y meter el miedo a los hispalenses. Pero al final de este primer tiempo el Sevilla a balón parado estuvo a punto de logar el empate.
La segunda parte fue un torbellino, en 15 minutos pasó  más que en multitud de partidos, un fallo terrible de Aspas, para inmediatamente resarcirse anotando el segundo tanto tras un error grosero de Rico. Se abría la esperanza, la grada clamaba el "Sí se puede", el esfuerzo estaba dando sus frutos y el Sevilla veía con preocupación los derroteros que estaba tomando el partido.
Pero en esto apareció uno de los grandes, Banega, sin necesidad  de nadie, mató la eliminatoria dos minutos después de que el moañes abriese un rayo de luz en la oscura y lluviosa noche viguesa. 
Y no se acabaron ahí estos 15 minutos de autentico desenfreno, una cabalgada de John Guidetti acabó en un más que dudoso penalti, que en directo pareció clamoroso, se pedía la roja para Rico y al final ni roja ni gol. El sueco ajustó tanto el disparo que tras engañar a Rico empotró la pelota al palo. Era la última oportunidad, a partir de ahí el partido se fue tranquilizando a pesar de que el Celta intentó anotar un tercer tanto con el que ofrecer una gran victoria a una afición entregada.
Con el partido completamente terminado una genialidad de Vitolo habilitó  a Konoplyanka para empatar el partido. El Celta no pudo ofrecer una victoria a su afición, una hinchada orgullosa de los suyos, que despidió a los sus hombres como héroes.

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