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Hugo Mallo, el capitán que consoló a su afición

Alberto Bravo

Una derrota, una eliminación como la que vivió el celtismo este miércoles siempre duele. El sueño de una final, de un título, se rompió, se hizo añicos en el fatídico minuto 82. Las sensaciones no habían sido buenas, el Celta, preocupado por no encajar se había traicionado a si mismo, a la filosofía que lo había hecho grande, temible. El gol del Alavés fue una puñalada al corazón de todo el celtismo, pero si alguien lo sufrió más fueron los 700 aficionados que habían viajado a Mendizorroza.

Lágrimas, estupefacción, tristeza, las caras de esos 700 valientes que se habían zampado los 660 kilómetros que separan Vigo de la capital alavesa veían como tocaba emprender el viaje de vuelta. Una vuelta tortuosa que recordaba y mucho a la decepción de 2001 tras caer en la final de Sevilla ante el Zaragoza. Pero no solo la afición lo sentía, los jugadores también estaban destrozados, especialmente los canteranos, los futbolistas que habían mamado el celtismo desde la cuna.
La afición aguantó estoica en el campo y apareció Hugo Mallo, el capitán. El de Marín fue uno de los pocos que hizo un partido digno de unas semifinales, pero el tiempo hará olvidar eso, pero no su gesto. El canterano, tan triste y decepcionado como su afición volvió al campo y grada a grada se acercó a los seguidores del Celta para darle las gracias, las gracias por llegar hasta aquí, por viajar a Mendizorroza, por apoyar al equipo, por sostenerlo con sus ánimos durante todo el choque. Un sencillo "gracias por venir", tan corto como sincero servía para ganarse, más si cabe, los corazones de los presentes. Mallo ejerció de capitán, con mayúsculas, no porque fuese su rol, si no porque era lo que le salió de su corazón. El vídeo subido por muchos aficionados presentes en Mendizorroza se puede ver aquí.
 

8 de febrero de 2017

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