El Celta ha conocido este viernes que tiene que jugar contra el Genk en los cuartos de final de la Europa League. Una vez más, el destino ha querido que al igual que pasó contra el Shakhtar Donetsk en dieciseisavos y el Krasnodar en octavos, el equipo celeste tendrá que volver a jugar el partido de vuelta, el duelo definitivo, lejos del estadio de Balaídos, donde se abrirá la eliminatoria el próximo 14 de abril (21.05 horas).
A pesar de ello y de que la distancia desde Vigo a tierras ucranianas y rusas es bastante grande, el Celta no falló y les ganó a los dos. A Járkov fueron unos 25 celtistas y a Krasnodar unos 35. Unos pequeños grupos de valientes que disfrutaron de lo lindo con el pase de ronda de los suyos. Ahora, aunque la vuelta será fuera de casa, por lo menos es a una distancia asequible.
1.964 kilómetros hay desde el estadio de Balaídos hasta el Luminus Arena, escenario del encuentro de vuelta del próximo 20 de abril (21.05 horas). Unas 17 horas en coche, pero unas pocas en avión. Si las otras dos veces el Celta pasó, a la tercera la historia se tiene que repetir.
El propio Eduardo Berizzo le ha restado importancia al hecho de jugar fuera de casa el duelo definitivo: "Nos hemos acostumbrado a definir fuera, pero para eso es necesario hacer un muy buen partido en casa. Imaginar un partido de 180 minutos, que el trámite sea reconocible y las cosas que pasen dentro del partido las controlemos y jugar nuestros partidos como siempre, yendo al ataque, asumiendo el control de la pelota, presionando arriba para tenerla mucho tiempo y haciendo todo el daño que podamos".