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Iago Aspas: lágrimas, una trampa y un héroe para siempre

María Trigo

No es ningún secreto. Iago Aspas está en el Celta gracias a un pequeño engaño, una trampa que le ha permitido convertirse hoy en día en el auténtico líder celeste y, a sus 29 años, en uno de los jugadores más importantes de la historia de la entidad. Cuando el de Moaña, su pueblo natal en el que sigue viviendo, se presentó por primera vez en A Madroa para ver si podía jugar en el Celta se llevó una sorpresa que su tío decidió resolver con una mínima mentira por el bien de la felicidad de Aspas y del celtismo. 

"Cuando mi tío se informó yo empecé a llorar, por supuesto, porque venía con toda la ilusión de poder entrenar""Llegué aquí con toda la ilusión del mundo. Esto (A Madroa) estaba todo un poco más cambiado de como está hoy en día y, bueno, cuando llegué aquí, leyendo un poco y mi tío informándose vio que era par los niños nacidos en el año 86 y yo había nacido en el 87. Ya empecé a llorar, por supuesto, porque venía con toda la ilusión de poder entrenar y mi tío me dijo que le mintiéramos en la edad, que ya que no había que traer DNI ni nada dijera la misma fecha de nacimiento con el año cambiado", ha comentado Aspas en una entrevista en el canal de YouTube de LaLiga Santander
A partir de ahí, ha tenido una carrera con baches, en la que se encuentra en su mejor momento. Debutó con el primer equipo del Celta con 20 años, a los 22 lo salvó con dos goles de un terrible descenso a Segunda división B en 10 minutos mágicos ante el Alavés que pasaron a la historia e hicieron que Aspas saliera a hombros de Balaídos. 
Fue el paso de Eusebio Sacristán por el banquillo del Celta el que desató más la explosión de Iago Aspas, que después estuvo tres temporadas bajo las órdenes de un Paco Herrera con el que mantuvo una relación de amor y odio, pero con el que logró el ascenso a Primera división y después la permanencia en la misma en un duelo contra el Espanyol que es imposible de olvidar para el celtismo. Fue el último partido del moañés. 

El camino hasta volver a casa

Llegó el Liverpool en 2013 con nueve millones bajo el brazo para hacerse con sus servicios. Vivió a la sombra de Luis Suárez y después le pasó lo mismo en el Sevilla, donde Unai Emery no le daba casi oportunidades y casi todo lo jagaban Carlos Bacca y Kevin Gameiro. Con este panorama, Aspas se rebajó el sueldo para volver al Celta, el equipo de sus amores. En su vuelta a casa no ha defraudado y se ha hecho más grande aún. 
Iago Aspas, un jugador con un talento inmenso y una lucha incansable. Además, tiene una cualidad que lo hace más relevante aún: su auténtica pasión y locura por el fútbol. Está obsesionado con el deporte de su vida, siempre está viendo partidos y cuidándose para seguir superándose día a día. Todo desde aquel día en el que su tío decidió que no pasaba nada por decir que tenía un año más.  

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