Un nuevo mazazo, un Celta de Vigo, irreconocible en la segunda mitad, se dejó empatar por un recién ascendido, un Getafe que creyó más. La apuesta de Unzué resulta complicada, por no decir imposible, de entender. El equipo deambula sin alma, se desmorona en la segunda mitad ante un rival que solo puso fuerza sobre el césped de Balaídos. La Cruz de Santiago que, hace unos meses, lucía orgullosa por Europa, se enloda a cada jornada que pasa.
Unzué sorprendía con sus rotaciones, no por la cantidad, ya que entraron tres jugadores nuevos, pero sí por la entidad de ellas. El técnico navarro daba a Brais Méndez la oportunidad de debutar en Primera División en un duelo marcado por la necesidad. También sorprendía la ausencia de Emre Mor y Roncaglia. En defensa el sacrificado era Cabral para dar entrada a la pareja de centrales formada en La Masia, Fontàs y Sergi Gómez.
Y la vida siguió igual en Balaídos, mucha posesión pocas ocasiones claras durante los primeros 45 minutos y algún pequeño susto. Siguio tan igual que Maxi Gómez repitió su cita con el gol, el uruguayo sigue marcando a ritmo de récord, su quinto tanto en cinco partidos, solo un Messi estratosférico es capaz de superar al jovencísimo ariete de Paysandú.
El Celta amasó el balón, rozando en la primera mitad, el 70% de la posesión ante un Getafe agazapado, esperando el error celeste que en esta ocasión no apareció. A los de Unzué les faltaba profundidad para inquietar a Guaita, pero el Tucu mostraba su enorme jerarquía haciéndose amo y señor de la parcela ancha.
Aspas, que comenzó de nuevo en la diestra actuó con libertad en todo el frente del ataque, así sacó a Djene una pronta amarilla que le podría pesar el resto del choque. El duelo transcurría con tranquilidad hasta que la pelota acabó, en el minuto 24, en la banda derecha del Celta. Un preciso pase atrás era suficiente para que Maxi Gómez, de primeras y al segundo palo, batiese a Guaita.
El quinto tanto del uruguayo llegó para darle mayor tranquilidad a un equipo que solo sufrió con alguna carrera de Amath y Jorge Molina, pero esta vez la defensa estuvo bien plantada. Tuvo Aspas en el segundo en sus botas en el minuto 32, pero su remate, raso y al primer palo, fue placado por un atento Guaita. Los celestes siguieron teniendo la pelota ante un Getafe que, a pesar de ir con el marcador en contra, no desplegó sus lineas. Una ventaja con la que los de Unzué llegaron al descanso.
Solo pasó un minuto, como en la primera mitad, para que el Getafe llegase con peligro. Un córner rematado por Jorge Molina acabó en una buena intervención de Sergio Álvarez, que tuvo que hacer gala de sus reflejos, aunque la pelota podría irse fuera. La jugada acabó invalidada por un fuera de juego inexistente del ariete azulón.
Amath volvió avisar con un potente disparo en el 55, mientras que Bordalás movía su banquillo dando entrada a Ángel y Jiménez. Los madrileños seguían buscando el empate con balones por alto, donde la defensa celeste mostraba sus carencias. Con el duelo mostrando su peor cara para el Celta Unzué dio entrada a Emre Mor por Brais.
La entrada de Emre Mor por uno de los volantes varió el dibujo del Celta, Aspas y Maxi se situaron con puntas como Emre Mor y Piones Sisto en bandas, dejando la sala de máquinas para Pablo Hernández y Jozabed. El internacional turco buscó la pelota desde el primer minuto volviendo a mostrar su facilidad para regatear en carrera.
El Getafe continuó buscando la velocidad de Jorge Molina con pases a la espalda de Fontàs, pero el ariete caía una y otra vez en fuera de juego. Ya en el 66 otra batalla por alto perdida por Fontàs permitió una ocasión de Jorge Molina en la que Sergio se tuvo que volver a lucir. Emre Mor buscaba, de forma individualista, la meta madrileña volviendo, como sucedió ante el Espanyol, a errar en su toma de decisiones.
Maxi pecó de generoso en el 71 buscando a un Pione Sisto que llegaba al segundo palo, el uruguayo que minutos antes había visto su cuarta amarilla de la temporada, pudo sentenciar un partido que llevaba minutos, desde la entrada de Emre Mor, conviviendo con la locura.
Tras unos minutos de cierta locura, algo que no estaba beneficiando al Celta, Unzué apostó por retirar a Pione Sisto para reforzar el mediocampo con la entrada de Lobotka. Los de Bordalás confiaban todo a los balones por alto, a falta de juego, buscaban el empate en una cabezada salvadora que les permitiese seguir por delante de los vigueses en la tabla.
Wass entraba por Jozabed buscando mayor control de juego para los últimos minutos del choque, un control que no entendía Emre Mor. Cada vez que conectaba con el esférico se lanzaba en solitario a por Guaita, lo que provocaba algunas pérdidas innecesarias. El turco jugó demasiado acelerado, sin saber leer el partido.
El Getafe lo llevaba buscando toda la segunda mitad, y cuando el partido estaba a punto de finalizar encontró su premio, un centro raso al segundo palo acabó en las botas de Ángel para batir a Sergio. El Getafe se fue a por más, olía la sangre de un equipo desnortado, sin alma y sin líder desde el banquillo. Los silbidos volvían a la grada, que contemplaba atónica en que se ha convertido ese equipo de guerreros que paseaba la cruz de Santiago con orgullo por toda Europa.
Un mazazo del que no se supo recuperar, un empate que lleva la depresión a Balaídos, cuatro puntos en cinco jornadas con un calendario,a priori, sencillo. La apuesta de Unzué se desmorona partido a partido, el turrón a día de hoy, parece una utopía para el navarro. La última ocasión, la enésima fallada por Aspas, fue el triste epílogo de un partido que se truncó en la reanudación.