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Una vida dedicada al celtismo, una vida en diez instantes

ElDesmarque Vigo

Iago Aspas es una leyenda viva para el celtismo. El delantero de Moaña alcanzó los 250 partidos ante Las Palmas logrando su primer hat trick con la celeste. No era un día cualquiera, su tierra estaba siendo consumida por la llamas, así que sus tres goles tenían una dedicatoria especial para Vigo, para Moaña, para toda Galicia. Una vida vinculada al Celta, una vida que resumimos en diez instantes.

El mundo del fútbol no siempre ha sido amable para Iago. Le costó llegar al primer equipo y entró en la cantera mintiendo con su edad, una bendita mentira que hoy celebra el club de sus amores y una afición entregada. Con 21 años logró lo que ni siquiera él podía soñar: salvar a su Celta del pozo de la Segunda B, un encuentro ante el Alavés que nadie olvidará. Ese día, un 6 de junio de 2009, marcaba el cambio de rumbo de un equipo sin norte, que deambulaba por la categoría de plata sin más objetivo que sobrevivir.
Mucho le tiene que agradecer el bueno de Aspas a Eusebio Sacristán, el técnico que miró a A Madroa para revitalizar a un Celta moribundo. Luego llegó Paco Herrera y llegaron los goles, aún en Segunda. Y llegó, al fin, el tan ansiado ascenso, el regreso a Primera, fraguado con gente de la casa, con Aspas como estandarte.
El primer curso no fue sencillo. El equipo se salvó con un agónico pase de Aspas a Insa en el último partido de la temporada, la del 4%. Un gol que mandó al eterno rival, al Deportivo, a Segunda. La temporada del Celta no fue fácil, pero Aspas brilló, anotó doce goles que le valieron el pase a uno de los grandes equipos de la historia del fútbol, el Liverpool.
Allí le tocó probar el amargo sabor de la suplencia, del ostracismo. Aspas no se adaptó a Inglaterra y regresó a España. En el Sevilla, Emery tampoco supo sacar lo mejor del moañés. Dos temporadas casi perdidas y un sólo deseo: regresar a Vigo, al Celta. Lo logró. El club y el jugador se sacrificaron para volver a ver a Aspas con la celeste. 
Su regreso a casa fue la mejor noticia para el celtismo. Aspas volvía a su tierra, a su equipo. Llegaron los éxitos, los goles, Europa, la selección, los derbis contra el Deportivo. El delantero disfruta de su madurez futbolística y personal, sigue soñando con alzar el primer título para el Celta. Son 250 partidos, 97 goles, recuerdos imborrables para el 'Genio de Moaña' y para su afición. Una historia que aún no ha acabado, porque para alegría del celtismo aún queda Aspas para rato.

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