Rubén Blanco fue una de las sorpresas que presentó el técnico Miguel Cardoso en la alineación del Celta ante el Huesca. El cancerbero debutó esta temporada y lo hizo sin mayores complicaciones, con mucha seriedad en las acciones que tuvo que intervenir. Sin duda, un debut limpio del meta celeste.
El Celta saltó al duelo ante el Huesca con ciertas novedades en el once. Una de ellas fue la presencia de Rubén Blanco en la portería, relegando a Sergio al banquillo en la matinal de este sábado.
El partido comenzó con un Huesca más incisivo, aunque sin poner en demasiados aprietos a Rubén. Tuvo que intervenir en un par de disparos rasos, que atajó con mucha contundencia y tranquilidad el día de su debut esta temporada. Los oscenses disfrutaron de la más clara en la cabeza de Rivera, pero se marchó fuera. Poco pudo hacer ahí Rubén, más allá de mirar la trayectoria del balón.
Tras el tanto de Aspas, el Huesca se vino abajo y las ocasiones y llegadas escaseaban. Lo intentaban por los costados o con las internadas de sus laterales, pero el peligro prácticamente pasaba de largo por la meta del cancerbero.
En el segundo acto, tras la sentencia de Aspas y la marcha de Akapo lesionado -que dejó a su equipo con diez hombres hasta el final- no hubo peligro alguno.
Rubén terminó muy satisfecho el día de su debut tras ser partícipe de la vuelta a la senda del triunfo, de la primera victoria de la era Miguel Cardoso y de poder dejar su meta a cero, algo que le ayudará a seguir creciendo y ganando en confianza.
Tras el partido, el meta analizaba de la siguiente manera la victoria. "Trabajo para ser titular todas las semanas. No me estaba tocando, pero estoy contento por jugar y por los tres puntos".
El portero aprovechó para acordarse del exentrenador Antonio Mohamed. "Se veían los resultados. Con Mohamed el equipo estaba perdido, no sabíamos lo que teníamos que hacer. Ya se puede distinguir lo que queremos hacer y eso es importantísimo".