Iago Aspas es uno de esos jugadores que hoy en día ya no existen. La humildad y la sencillez que caracterizan al delantero del Celta son dos de las virtudes que le han hecho ganarse el corazón de todo Vigo, de su pueblo y de gran parte de España. Más allá de su potencial futbolístico, Aspas lleva una vida totalmente normal, lejana a la que mantienen la mayor parte de los jugadores en la élite.
Su vida, su día a día y todo lo que desea tener a su alrededor están en Moaña, su pueblo natal, ese donde se ha criado y en el que reside. Tras los entrenamientos, Aspas vuelve a casa. La familia y los amigos están presentes a diario y eso es lo que llena al jugador celeste, tan sencillo como jugar a las cartas cada tarde para desconectar junto a sus amigos.
"Desayuna en casa y por la mañana, va a entrenar, vuelve para comer y después se toma el café con los amigos echando una partida de cartas", dice su hermano Jonathan durante una entrevista en El Mundo.
Allí, en su casa, esconde una de sus grandes pasiones: los coches. Un Porsche y un Lamborginhi aguardan junto a otros vehículos. Como buen gallego, uno de sus alimentos favoritos es el marisco y concretamente los camarones. Aspas no quiere despegarse de esos pequeños placeres de la vida diaria que los futbolistas parecen olvidar cuando llegan a lo más alto. Aspas lo tienen muy presente y quizá esa sea la clave de que se haya convertido en un referente a nivel nacional y un auténtico ídolo en casa.