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El Celta llega al final de un camino de once años de recorrido

Ricardo Barros, Antonio Chaves y Carlos Mouriño en Balaídos (Foto: EFE).
Alberto Bravo

El EuroCelta de los días de vino y rosas habían escondido una cruel realidad, unas arcas exhaustas, destrozadas por una mala gestión que solo la continuidad en Primera División daba viabilidad al club vigués. Pero en el primer año de Carlos Mouriño al frente del Celta de Vigo se consuma el descenso a Segunda tras una efímero paso por la categoría de plata con Horacio Gómez aún de presidente. Las cuentas no cuadraban y la nueva directiva se tenía que acoger al proceso concursal en junio de 2008.

La entrada en el ahora inexistente concurso de acreedores fue la salvación del Celta de Vigo, uno de los equipos que mejor aprovechó las especiales condiciones existentes en el. El Celta de Vigo entraba en concurso con una deuda de 87 millones de euros en 2008, ahora once años después, el club es capaz de presentar 20 millones de beneficios en una sola temporada, más de 100 en los últimos seis años.

Finalmente se estableció que la deuda del Celta de Vigo era de 67,5 millones de euros repartidos, como recuerda La Voz de Galicia, en 19 de deuda privilegiada, que había que pagar integramente, 12,3 de deuda subordinada y 27,5 de deuda ordinaria. Ahí fue donde el club consiguió reducir de forma drástica su deuda a través de un largo proceso de negociación.

Fórmulas de pago

El Celta propuso un proceso de pagos con una quita del 85% a sus acreedores, convertir la totalidad de la deuda en acciones o firmar un crédito participativo con una quita del 50%. Con esta propuesta el club olívico logró desprenderse de 19,5 millones de euros y que otros 13,5 se convirtiesen en acciones en un acuerdo firmado, en el Juzgado de lo Mercantil de Pontevedra, en junio de 2009.

La antigua Caixanova aceptó una quita de ocho millones de euros, mientras que Hacienda hizo lo mismo con 11,8 y distintos acreedores aceptaron renunciar a 10,8 millones. Para lograr este acuerdo el Celta se comprometió a pagar la totalidad del resto de la deuda mediante la venta de jugadores y los derechos televisivos. El 40% del traspaso de cada jugador y el 20% de los derechos audiovisuales estaban destinados al pago de la deuda concursal.

El proceso concursal, un mal recuerdo desde hace años

Con estas armas el Celta salió de facto del proceso concursal hace varias temporadas, convirtiéndose en un ejemplo de gestión, presentando en los seis últimos ejercicios unos beneficios de más de 100 millones de euros netos. Pero no ha sido hasta este año cuando el Celta ha solicitado el adelanto del pago del último plazo de deuda concursal, de 182.000 euros.

El hecho de que no se haya afrontado con anterioridad fue explicado en infinidad de ocasiones por Carlos Mouriño, "esta deuda no genera intereses". El Celta cierra un camino, lleno de peligros y obstáculos, de 11 once años en los que se ha convertido en uno de los clubes más saneados y rentables de LaLiga Santander.

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