Cualquier aficionado celeste sabe perfectamente que Eduardo Chacho Coudet jugó en el Celta de Vigo. Jugador consagrado en el fútbol argentino, River Plate decidió cederle para que continuase su progresión.
No obstante, Coudet es recordado con cierto cariño y aprecio por los aficionados celestes ya que formó parte de la plantilla con la que el Celta se clasificó por primera vez a Champions League.
La banda derecha de Balaídos se había quedado huérfana tras la vuelta de Valery Karpin a la Real Sociedad y la secretaría técnica celeste apostaba por un jugador que había despuntado muy jóven en el Platense y que venía de ser titular indiscutible en River Plate.
La apuesta salió bastante rana: tan solo disputó nueve partidos -ninguno de ellos completo- y no anotó ningún gol. Un jugador de mucha calidad individual, pero que no consiguió adaptarse al fútbol europeo. En el mercado de invierno decidió volver a River Plate, donde estuvo otras dos temporadas.
Pese a su bajo rendimiento deportivo, caló bastante bien en un vestuario lleno de compatriotas como Pablo Cavallero, Gabriel Cáceres, Gustavo López, Sebastián Méndez y Eduardo Berizzo, jugador que será el espejo donde mirarse en esta segunda etapa como entrenador.
Uno de los pesos pesados de aquél vestuario, Everton Giovanella, recuerda con cariño el paso de Coudet por Balaídos: "en lo deportivo no fue el jugador que se esperaba, pero en lo humano era un gran tipo, muy buena gente y cayó muy bien en el grupo", así lo recordó en una entrevista para La Voz de Galicia.
"Siempre fue un tipo intenso, de mucho carácter y ganador. Trabajaba mucho, entrenaba fuerte y era un muy buen compañero. La intensidad que tenía en el campo, ahora la muestra en la caseta y en el banquillo", añade.
Casi dieciocho años después, los celtistas esperan que la segunda etapa del Chacho Coudet en la banda de Balaídos sea mucho más fructífera. El objetivo ahora no es la Champions, sino la permanencia, pero todos confían en él como la persona idónea para conseguirla.