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Nadie sin su Iago Aspas: cariño, autógrafos, sonrisas y bromas en su llegada al hotel

ElDesmarque

El Celta viajó este pasado viernes a Vitoria para enfrentarse este sábado al Deportivo Alavés. La expedición viguesa partió de Peinador por la tarde y pocas horas después estaba en su hotel de concentración. Allí un buen número de aficionados, la mayoría niños, esperaban a los celestes. Uno de ellos era el gran deseado, el objetivo de las cámaras de los móviles y de las libretas repletas de autógrafos. Iago Aspas, la indiscutible estrella del equipo, era rodeado por los aficionados que esperaban a las puertas del hotel. El moañés no dudó en pararse con cada uno de ellos, posar en decenas de fotos y realizar infinidad de autógrafos mientras charlaba con ellos.

Una estampa que no debería sorprender. Cualquier aficionado del Celta que haya estado en A Madroa sabe que Iago Aspas es así. Antes de que la pandemia del coronavirus pusiese patas arriba la vida de todos el moañés tardaba horas en recorrer los escasos diez metros existentes entre la salida de los vestuarios de la vetusta ciudad deportiva a su coche, otro de los grandes atractivos de las mañanas a puerta abierta del Celta.

Aspas firma autógrafos a la salida de A Madroa.

Aspas se paraba con cada aficionado, charlaba con ellos, siempre tenía una muestra de cariño para los más pequeños y alguna broma para esos niños a los que se le iluminaban los ojos cuando tenían, frente a frente, a su ídolo. Eran otros tiempos, mucho mejores, donde los futbolistas podían sentir el calor de su hinchada y estos podían acercarse a quienes, cada semana, les hacían olvidarse de sus problemas durante 90 minutos.

Por ello poder ver a Iago Aspas rodeado este viernes en Vitoria de niños y fotografiarse con ellos es un paso más hacia la ansiada normalidad que el coronovirus ha arrebatado a todos. Con toda su naturalidad y cercanía el moañés atendió a cada uno de ellos y hasta pudo bromear con un pequeño aficionado celeste, al que como a Aspas le gustan los coches. El acento del niño en nada se parecía al de su padre, y es que como miles de gallegos, este aficionado del Celta tuvo que emigrar al País Vasco y allí tuvo a su hijo, al que le ha metido en vena su pasión por el Celta y Iago Aspas.

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