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El regreso del capitán: ovacionado al final del partido por su afición

Alberto Bravo

Cuatro partidos en blanco por decisión técnica. Así ha afrontado Hugo Mallo las últimas semanas. El capitán del Celta de Vigo nunca había vivido una situación similar en su carrera. Tampoco nadie se imaginaba que este mes de enero, con el equipo con el agua al cuello y luchando por evitar el descenso, buscase salir del Celta con destino al Atlético Mineiro ahora entrenado por Eduardo Coudet. Con su fecha de salida marcada el 30 de junio el de Marín renuncia a pelear por ser el jugador con más partidos de la historia de un club casi centenario. Con solo unos pocos partidos por delante antes de su salida el canterano regresaba al once para suplir al ahora titular Óscar Mingueza.

En una de las mejores rachas del Celta esta temporada, en un momento en el que el calendario se empinó con los complicados duelos ante Athletic Club, Real Betis, Atlético de Madrid y Real Sociedad, el capitán se quedó en el banquillo. El técnico celeste, Carlos Carvalhal, aseguró que Hugo Mallo se descentró en el trabajo diario por las negociaciones que entabló con el Celta para abandonar el equipo en el que ha afrontado toda su carrera como futbolista profesional desde que debutó con 18 años en el primer equipo.

Sin la lesión de Óscar Mingueza, con una rotura fibrilar de grado I en el muslo de su pierna derecha, el capitán no hubiese tenido opciones de entrar en el once. La baja del catalán se convirtió en una prueba de fuego para conocer cómo está el de Marín. Volvía en un duelo decisivo, un partido de alto voltaje en la lucha por el descenso, ante un Real Valladolid que llegaba a Balaídos empatado con los vigueses a 24 puntos. Dos equipos que conocían ya las victorias de Cádiz, Espanyol, Valencia y Girona. Cuatro triunfos que apretaban todavía más la zona de descenso a la espera de conocer lo que sucederá con el Almería y Getafe.

Celebración del gol de Gabri Veiga con Iago Aspas y Hugo Mallo en el Celta - Real Valladolid (Foto

Partido tranquilo el que le tocó vivir al capitán. El Celta destrozaba al Valladolid y Óscar Plano apenas aparecía por su costado. Mallo pudo desplegarse en ataque y de una jugada suya nació el 2-0. Tuvo que sacar su casta de capitán robándole la pelota a Óscar Plano en el área en una acción valiente a la par de temeraria. Se jugó el penalti Mallo, pero evitó el posible disparo del extremo rival. Coreaba Balaídos a su lateral. No querían pensar en su marcha el 30 de junio y solo se centraban en todo lo que ha dado a lo largo de muchos años a su Celta.

Hugo Mallo acabó el partido aplaudido por la grada. Cuando todos los jugadores se dirigieron a Río Bajo los aficionados empezaron coreaban su nombre. El capitán se sacó la camiseta y la regaló. Todos los compañeros aplaudieron ese instante de comunión entre el capitán y su hinchada. Hugo Mallo volvió a lucir el brazalete el domingo que el Celta demostró que pelear por el evitar el descenso es una batalla en la que no debería estar implicado.

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