Es difícil olvidar la versión que ofreció Romelu Lukaku en Qatar. Un cúmulo de fallos garrafales, de malas decisiones que condenaron a Bélgica en el Mundial... y que el propio delantero ha revivido este sábado en Estambul. En la final de la Champions, que acabó coronando al Manchester City como campeón de Europa, el belga cuajó media hora para el olvido.
Entró por el lesionado Dzeko y fue el gran protagonista de las dos mejores ocasiones del Inter. Y en las dos estuvo horrible. Primero en el 71', poco después del gol de Rodrigo: Dimarco estrelló un cabezazo en el larguero y en el rechace, Dimarco volvió a rematar y Romelu evitó el empate. Sí, su propio compañero.
Peor fue lo del minuto 89, con todo el Inter volcado. Una ocasión clarísima, en el área pequeña, en la que Lukaku remató al centro, con Ederson evitando la igualada y que el partido se fuera a la prórroga.