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Bizi Ametsa: Niños por unos días gracias al Athletic

Imanol Vilella

Pocas cosas son en esta vida consideradas más sinceras que todos aquellos actos que nos regalan los más pequeños, desde un beso a una confesión privada sin dejar de lado sus enfados por lo que ellos consideran justo. Entre medias, las sonrisas, las caricias o la ilusión el día de Navidad tampoco pasan desapercibidas. Como tampoco lo hacen sus miradas de emoción cada vez que se enfundan su elástica rojiblanca cuando juega su Athletic Club.

Porque el Athletic es eso, ilusión, pasión y quizá también un punto de locura. Para esos niños y niñas hay algo mucho más importante que la victoria. Detrás de ellos y ellas hay una historia, un sentimiento transmitido de nietos a padres y estos a su vez a sus pequeñas criaturas. Sin tan siquiera abrir los ojos, muchos de los que ahora están leyendo estas líneas e incluso el que las está escribiendo tenía en su cuna una foto vestido del Athletic.

El paso inexorable del tiempo hace que cada año que pasa veamos todo desde un paradigma diferente al de meses atrás. Ahora se ha instaurado en la sociedad un ambiente de pesimismo, de pérdida de ilusión y de falta de confianza en este vestuario. Y es preocupante. Es preocupante porque precisamente antes describíamos al Athletic como “ilusión, pasión y quizá también un punto de locura”.

Si perdemos aquello que nos hace diferentes es cuando realmente seremos perdedores.

Marcelino durante la final de Copa entre el Athletic Club y la Real Sociedad en La Cartuja (Foto: Kiko Hurtado)

Atrás deben quedar aquellos pésimos noventa minutos del día 3 de abril, ya que por mucho que le demos vueltas, el pasado nunca vuelve pero el futuro siempre está abierto a nuevas esperanzas. Y esta esperanza tiene fecha, hora, lugar y rival.

La próxima final del sábado tiene que ser el día de nuestras vidas, el momento en el que nuestras energías estén únicamente dedicadas a transmitir desde la distancia los mejores ánimos posibles a nuestros jugadores. Como también decía antes: ¿pero qué sería el Athletic sin ese punto de locura?

Eran unos pocos locos los que soñaban con traer la Supercopa a Bilbao. Y se hizo. Y se hizo ante posiblemente dos de los mejores equipos del mundo

Pocos confiaban en clasificarse para la siguiente eliminatoria ante Elche CF, Tenerife, Alcoyano o el propio Barcelona en cuartos de final. Y se hizo. Prácticamente nadie se imaginaba que un gol de Endika nos iba a servir para derrotar al curiosamente todopoderoso FC Barcelona. Y se volvió a hacer. ¿Por qué no se iba a hacer ahora?

Iker Muniain, emocionado tras conquistar la Supercopa ante el Barça en La Cartuja (Foto: Kiko Hurtado).

Para los próximos días me retrotraeré a mis primeros años de vida...

Saldré a la calle con ilusión, esperanza y mi camiseta del Athletic, voy a responder a todos los que al verme esbocen un “Aupa Athletic” y me dejaré llevar por el precioso ambiente que envuelve estos días las plazas y los balcones de los pueblos. Voy a charlar de fútbol con mis amigos sin entrar en detalles de dibujos tácticos, de rotaciones en el once o de si hay que jugar con dos puntas o con un enganche.

Voy a convertirme de nuevo en un niño que afronte con la ilusión más grande esta final de Copa del Rey. Porque eso es el Athletic. No voy a rendirme ni a tirar la toalla antes de que el árbitro pite el final del partido porque ellos no lo harían.

Jamás. En estos días donde la cabeza no es todo lo positiva que debería ser ante esta cita histórica es momento de conectar con el corazón, ese que dice que nos convirtamos de nuevo en niños por unos días y disfrutemos de esta histórica fiesta del fútbol.

Retransmisión de Onda Vasca en Sevilla con motivo de las finales de Copa del Athletic Club (Foto: DMQ Bizkaia).

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