La Gabarra volverá a surcar la Ría del Nervión. Cuarenta años después, el Athletic Club vuelve a proclamarse campeón de Copa ante gran parte de su afición, que se desplazó a Sevilla. Y tuvo que sufrir y picar piedra como nunca para conseguirlo. Álex Berenguer culminó una tanda de penaltis inolvidable y en la que los cuatro jugadores rojiblancos acertaron sus lanzamientos.
El partido no le fue ni mucho menos de cara al conjunto rojiblanco. Dani Rodríguez aprovechó una acción a balón parado muy mal defendida por la zaga rojiblanca para mandar el balón en la escuadra. Anteriormente, Nico Williams e Iñigo Ruiz de Galarreta habían probado a Grief con dos disparos lejanos.
No se amilanó, ni mucho menos, el cuadro rojiblanco, que fue encontrando poco a poco su juego y llegando cada vez con más peligro. Nico Williams, el jugador más desequilibrante del partido, no paraba de llegar al área y marcó un tanto que acabó siendo anulado por fuera de juego semiautomático.
Oihan Sancet se encargó de devolver la igualada al marcador tras romper la espalda a la zaga mallorquinista y superar por bajo a Grief con un disparo cruzado. El gol le sentó muy bien al Athletic Club, que se volcó hacia la portería rival, aunque finalmente no consiguió romper el empate. La más clara la tuvo Gorka Guruzeta, con un remate de cabeza.
En la prórroga primó el respeto por parte de ambos equipos, si bien Muniain tuvo dos ocasiones claras. En la tanda de penaltis, los fallos de Morlanes y Radonjic y los aciertos de los cuatro lanzadores rojiblancos le dieron el título al Athletic.
Y con toda la vieja guardia, que no sólo no desentonó, sino que no falló ni un solo penalti. Bien por los 'acabados' Lekue, Vesga, Raúl García, Muniain o de Marcos. Este último 'solo' aguantó 120 minutos de partido.