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Athletic Club
4-1
Deportivo de La Coruña

El Dépor se hunde en San Mamés

Carlos Rosende

El Deportivo firmó uno de los peores partidos que se le recuerdan en un estadio, San Mamés, al que los blanquiazules acudieron necesitados tras diez partidos consecutivos sin lograr la victoria en Liga. 

Los de Víctor Sánchez del Amo viajaron exigidos por la losa de semejante dinámica y también por no haber aprovechado la oportunidad de sumar de tres en tres frente a equipos de la zona baja (Rayo, Betis, Espanyol o Granada). Especialmente, por el hecho de mostrar síntomas preocupantes ante los dos últimos, dos derrotas por la mínima en las que el Dépor mostró carencias graves que en Bilbao no solo no fueron corregidas sino que se agravaron.
El míster hizo rotaciones –Lopo, Laure, Jonás y Oriol Riera entraron en el once– al afrontar tres encuentros en siete días y el resultado no fue el esperado: el centro de la zaga se mostró vulnerable, la zona de creación no solo no generó fútbol sino que sufrió lo indecible para contener el juego entre líneas del Athletic y arriba Lucas terminó desesperado por la falta de ayudas. 
La diferencia principal respecto a las jornadas anteriores fue el rival: un Athletic con recursos en ataque y las ideas muy claras. Solo eso dio lugar a un monólogo rojiblanco interminable. Las combinaciones entre Beñat, Raúl García, Susaeta, Aduriz o Muniain descosieron por completo un entramado defensivo cogido por alfileres. De nada vale señalar a alguien en concreto cuando falla todo. Y cuando eso ocurre cabe preguntarse cómo es posible que "el Deportivo esté en crecimiento", como expone semanas tras semana el entrenador en sala de prensa. 

Muniain y Aduriz (2-0) aprovecharon dos de las seis ocasiones claras generadas por los de Valverde en los primeros cuarenta y cinco minutos para acumular una merecida renta de dos goles al descanso.

El segundo tiempo comenzó con Juanfran y Fede Cartabia sobre el césped, con una permuta de posición entre los centrales y también con un tanto de Oriol Riera (2-1) en el 50' gracias a la pillería de Lucas, de lo poco salvable en Bilbao. Fue un espejismo: dos minutos después Aritz anotó su segundo de la noche (3-1), el tercero de los leones. Indolentes, temerosos e incapaces, los futbolistas blanquiazules no lograron incrementar sus prestaciones.
Por si el castigo fuera poco, la falta de entendimiento entre Mosquera y los centrales permitió a Aduriz –otra vez él– dejar el choque visto para sentencia con un remate al primer toque desde dentro del área pequeña (4-1) en el 60'. 
La derrota no deja dudas, expone certezas: el Dépor se desliza hacia el abismo en estado de descomposición. Y el problema, más allá de los resultados, son las sensaciones: la herida está abierta y no hay motivos realistas a los que agarrarse para confiar en cerrar la hemorragia. 

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