En su primer partido como titular en la Liga española, con 19 años y casi dos meses, el internacional uruguayo
Fede Valverde dejó claro ante el Alavés (1-0) que, a pesar de no haber jugado en su posición habitual, la timidez que le acompaña fuera del campo se torna en desparpajo cuando tiene el balón en los pies. El mismo día que trascendía su segunda convocatoria con la selección uruguaya absoluta, Valverde, balón de plata en el último Mundial sub-20 como segundo mejor jugador del torneo, destacó en el césped del estadio de Riazor escorado a la banda izquierda, a unos metros de donde se siente más cómodo, como pivote ofensivo.
El futbolista charrúa
intentó asociarse con sus compañeros todo lo que pudo, incluso dio una asistencia a Andone que no acabó en gol por centímetros, y no dudó en armar la pierna desde media distancia cada vez que le dieron unas décimas de segundo para preparar el disparo. Por ejemplo, tras 20 minutos insulsos, el uruguayo rompió la monotonía del encuentro ante el Alavés con un derechazo que se marchó por encima de la portería de Pacheco y que fue la principal advertencia del Deportivo hasta que el portugués Luisinho estrenó su cuenta de goles en Primera División en la prolongación del primer acto.
La afición del Deportivo
premió su atrevimiento en los lanzamientos desde fuera del área, varios torpedos que habrían complicado mucho la vida al portero del Alavés si hubieran llegado a coger dirección a portería. Con esa misma receta, el joven futbolista cedido por el Real Madrid al Deportivo tuvo el debut soñado con su selección ante Paraguay el pasado día 6, cuando contaba con 19 años, un mes y quince días.
Valverde
desatascó aquel partido con un disparo desde fuera del área que supuso el primer tanto de los uruguayos en el 1-2 que firmaron en Paraguay. El joven centrocampista recibió por aquel partido los elogios de sus compañeros de selección y también de los que tiene en el Deportivo, que se repitieron tras la cita con el Alavés.
Uno de los capitanes, Juanfran Moreno, admitió que
Valverde estuvo "a un nivel altísimo" y su entrenador, Pepe Mel, también destacó su aportación al juego del equipo. En general, los deportivistas le abrieron las puertas del vestuario desde el primer momento para que venciera su timidez. Ese retraimiento, reconocido por él en sus comparecencias ante los medios de comunicación, contrasta con su soltura en el césped, donde derrocha atrevimiento y visión de juego.