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Radchenko mantiene muy vivo su recuerdo del Dépor en su 50 cumpleaños

Radchenko, exfutbolista ruso del Deportivo (Foto: FB Radchenko).
Laura González

El exjugador del Deportivo de La Coruña Dmitri Radchenko, que ahora trabaja como técnico en las categorías inferiores de un gigante de su país como es el Zenit de San Petersburgo, mantiene muy vivo el recuerdo de su paso por el Dépor. En la fiesta por su 50 cumpleaños, el ruso lo celebraba con un vídeo recordando sus mejores momentos con la elástica blanquiazul.

En una entrevista reciente, Radchenko recordaba su paso por España y las razones por las que no pudo triunfar en el Dépor. "Caí por ahí en años difíciles y hubo mucho cambio de entrenador. En pretemporada por ejemplo había muchos extranjeros con Mauro Silva, Naybet... Estaba Toshack, no tenía hueco y por eso me tuve que ir al Rayo. Para mí A Coruña y España es como mi casa. Hace dos años vendí la casa que tenía allí", explicaba.

Radchenko compitió en la extinta Unión Soviética en las filas del Dynamo Leningrado y el Zenit, luego firmaría por dos temporadas con el Spartak de Moscú y a continuación desembarcaría en LaLiga. Racing de Santander, Deportivo, Rayo Vallecano, Mérida y Compostela componen la lista de clubes españoles en los que demostraría sus habilidades antes de firmar por el Júbilo Iwata nipón. A posteriori, jugaría un curso en el Hajduk Split croata, y otro, de vuelta, ya a menor nivel, en Carballo, en el Bergantiños. El atacante ruso dejó el fútbol y comenzó a trabajar en la base del Zenit tras dos campañas en el Baio.

Vida de granjero

La alegría con la que Radchenko disfruta de lo cotidiano contrasta y mucho con las particularidades de las vidas de muchos exfutbolistas de élite, quienes a menudo son fotografiados o directamente se fotografían rodeados de lujos en grandes fiestas o en verdaderos paraísos naturales.

Los gustos de Radchenko en la 'Madre Rusia', como él mismo se refiere a su tierra natal, se antojan menos fuera de lo común para la mayoría de los mortales, aunque ciertamente particulares: un campo de girasoles o un huerto en el que cultiva pimientos y tomates son los paisajes en los que el delantero –porque uno nunca deja de serlo– se desenvuelve con total normalidad.

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