Hay jugadores que no necesitan ser grandes estrellas para dejar huella. Henrik Larsson no llegó jugar más que 40 partidos en dos temporadas en el Camp Nou y, sin embargo, se le recuerda con cariño. Fue el suplente perfecto, el delantero al que recurrir cuando las superestrellas no tenían su día y nunca dio problemas. Con Suecia, jugó tres Mundiales y tres Eurocopas y guió los primeros pasos de Zlatan Ibrahimovic en su selección."Henke" Larsson llegó al Barcelona con 33 años y, después de haber ganado títulos en Suecia, Holanda y Escocia, se acopló perfectamente a la plantilla de Frank Rijkaard, asumió su condición y acabó entrando en la historia del club gracias a su contribución en la final de la Liga de Campeones de 2006.
Cuando entró en el minuto 61, el Arsenal se imponía al Barcelona por 1-0. Dos asistencias suyas a Samuel Eto'o y al brasileño Juliano Belletti dieron la vuelta al marcador en 10 minutos. Fue el gran triunfador en el Estadio de Francia.
Larsson antes de ese momento había destacado como un prolífico goleador, que comenzó como extremo gracias a su rapidez, antes de convertirse en el estilete del Celtic durante siete temporadas.
Hijo de padre caboverdiano llamado Francisco Rocha, Henrik adoptó el apellido de su madre para que le facilitase la integración en Suecia.
Comenzó a jugar en el Hogaborg y de ahí pasó al Helsinborgs, en la Primera División sueca en 1992 y tan sólo un año después recaló en el Feyenoord. Conocido por sus larga melena con rastras, sus goles de llevaron al Celtic, donde en siete temporadas se convirtió en una leyenda, el único jugador que los aficionados votaron para que entrase en el equipo histórico del club.
Cuando su carrera empezaba la cuesta abajo, encontró la oportunidad del Barcelona y no la desaprovechó. En 2006, regresó al Helsinborgs como campeón de Europa para ganarse un año después una cesión al Manchester United, con el que conquistó la Premier.
Se retiró en 2009, y, pese a que no entraba en sus cálculos cuando era jugador, se convirtió en entrenador del club de su vida.
Allí, no sólo ha tenido la ocasión de dirigir la carrera de su hijo Jordan, al que llamó así por Michael Jordan, sino que incluso llegó a jugar un partido con él, cuando las lesiones en la plantilla le obligaron a descolgar las botas.
Cuarto máximo goleador de la selección sueca, Larsson ha ejercido de puente entre los triunfadores del Mundial de 1994, en el que quedó tercero, hasta el de Alemania 2006. Dos años antes, junto formó una pareja atacante letal con Zlatan Ibrahimovic, que condujo a la selección sueca a los cuartos de final de la Eurocopa, torneo en el que marcó, de cabeza, el que fue elegido el mejor tanto del campeonato (ante Bulgaria).
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Strathclyde, en Glasgow, por su contribución al deporte y la beneficencia, Larsson observa ahora como su hijo, que no sólo tiene un parecido físico sino que también es delantero, emerge como uno de los jóvenes más prometedores del fútbol sueco.