Para contrarrestar las lamentables imágenes de batallas campales entre aficionados radicales rusos e hinchas ingleses que empañaron el inicio de la Eurocopa, la UEFA reflexiona sobre una fórmula para recompensar a las mejores aficiones desplazadas al torneo.
"Estamos buscando alguna forma para recompensar a las aficiones. Queremos poner en valor las imágenes positivas del fútbol", declaró el secretario general de la UEFA, Theodore Theodoridis, en un encuentro con una decena de medios internacionales, entre ellos EFE.
La institución que gestiona el fútbol europeo amenazó de expulsión de la competición a las selecciones de Inglaterra y Rusia tras los incidentes en Marsella en la primera semana de torneo.
"Si se hubiera repetido, habrían estado muy cerca de ser expulsados", comentó Theodoridis, que celebró que la violencia entre hinchas al calor de los partidos haya remitido y felicitó a las federaciones "de ambos países que, de forma muy distinta, mostraron verdadero interés en solucionarlo".
Con Rusia eliminada en la fase de grupos e Inglaterra derrotada anoche por Islandia, los problemas con sus seguidores han desaparecido de la agenda de la Eurocopa. Su espacio mediático, en clave positiva, lo han recuperado los seguidores que animan a sus equipos con originalidad y devoción.
En la mente de todos están los aficionados islandeses, un pequeño país de 330.000 habitantes que apeó del torneo a Inglaterra, una de las favoritas al arranque de la competición.
Se calcula que un 10 % de los habitantes de Islandia se han desplazado hasta Francia para animar a los 23 héroes de esa gélida isla situada en el extremo noroeste de Europa, entre Groenlandia y Noruega.
Los aficionados de ese país en el que se instaló el vikingo originario de Suecia Gardar Svavarsson hacia el año 860 d.C., no han olvidado la herencia de sus antepasados y han popularizado en Francia un grito seco y gutural con el que atemorizan a los rivales de sus jugadores, que se medirán el próximo domingo contra Francia en cuartos de final.
Primero suenan dos golpes en un tambor de guerra. Acto seguido, los aficionados rugen "¡uh!" al tiempo que dan una palmada. Permanecen en silencio unos interminables segundos con los brazos en alto y vuelve a sonar el tambor. "¡Uh!". Y de nuevo el silencio, y de nuevo la palmada, con una frecuencia cada vez mayor.
Pero los seguidores islandeses no son los únicos que se han dejado notar en el torneo francés, donde los países pequeños parecen haber asumido a la perfección el papel de jugador número 12.
Los norirlandeses, apeados del torneo en octavos con Gales como verdugo tras haber hecho enloquecer a sus 1.850.000 habitantes, son los artífices del himno no oficial de la Eurocopa, un cántico que ha hecho famoso a Will Grigg, pese a que no ha jugado ni un minuto en el torneo.
Un aficionado del modesto Wigan Athletic, recién ascendido club que acaba de lograr el ascenso a la segunda división inglesa, grabó en el salón de su casa con una pandereta, versionando la noventera canción de Gala "Freedom for Desire", y convirtió el vídeo en un fenómeno viral.
La adaptación de esa pegadiza musiquilla altera la letra original, cuyo estribillo quedó así: "Will Grigg's On Fire, your defence is terrified" (Will Grigg está en racha, tu defensa está aterrorizada).
Los seguidores de Irlanda del Norte hicieron suyo el himno y no se han cansado de repetirlo antes, durante y después de los partidos, pinta de cerveza en mano, por supuesto.
La tercera afición que se ha ganado por méritos propios su derecho a aspirar al premio que quiere implementar la UEFA es la de sus vecinos del sur, Irlanda, que han demostrado tener un talento envidiable para afrontar la embriaguez con civismo.
Los "Boys in Green", que vieron como el sueño deportivo tocó a su fin en octavos de final eliminados por Francia, han dejado el país anfitrión sembrado de incontables secuencias amables y divertidas.
Casi siempre con vídeos que han dado la vuelta al mundo en las redes sociales, los hinchas irlandeses han recogido los desperdicios y las basuras generadas por su propio alborozo colectivo, han cantado nanas a bebés en tranvías, han cantado serenatas a mujeres hermosas y han confraternizado con la policía francesa.
Se han convertido en unos impagables embajadores de un país de 4,5 millones de personas.
"Queremos estar por encima de los recientes problemas que ha habido entre aficionados ingleses y rusos", declaraba uno de ellos tras recoger, por voluntad propia, las bolsas de plástico y botellas vacías que habían desperdigado por los aledaños del Palacio de Bellas Artes de Burdeos al inicio del torneo.