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Los vikingos no tenían cuernos

Javier Albisu / EFE

Aunque no es oro todo lo que reluce, la comparación entre los modernos islandeses y el arcaico pueblo vikingo, al calor de la excelente Eurocopa del diminuto país nórdico, es un cliché que aceptan sus propios nacionales y que se apoya en legítimos fundamentos históricos.

"La era de las exploraciones vikingas en el Atlántico Norte requirió ingenuidad, coraje, una determinación inmensa y un sólido trabajo en equipo" y "quizá esas características puedan reflejarse en la selección islandesa que ahora juega en Francia", explica a EFE el profesor de Estudios Medievales en la Universidad de Islandia, Haraldur Bernharðsson.
Se refiere a los tiempos, allá por el siglo IX, en que las aguerridas tribus del norte descendieron con sus ligeros barcos "drakkar" hacia el sur de Europa y se aventuraron también en las gélidas islas de los mares del norte, llegando hasta Groenlandia y, parece, también a América (unos 500 años antes que Cristóbal Colón).
La expansión vikinga se apoyó esencialmente en el avance tecnológico que representaban esas embarcaciones ligeras, veloces, rápidas de construir y fácilmente transportables por tierra firme si era necesario; una joya de la industria bélica sin parangón en su época que permitió a esas tribus llegar hasta la lejana Bagdad.
Sin embargo, generalmente se asocia la imagen de los vikingos con pueblos asesinos y despiadados que atemorizaban a sus víctimas con los relucientes cuernos de sus cascos, un mito falso alimentado por el cine: utilizaban cascos ovalados forjados en metal y con protección para la nariz, pero sin cornamenta alguna.
"Nos identificamos con los vikingos siempre que salimos del país y ha sido así durante muchos años, no solo en el deporte" pero "ser vikingo "puede ser una cosa buena o mala", comenta el responsable de la peña islandesa del Chelsea inglés, Bragi Hinrik Magnússon.
"Cuando las cosas son positivas, como ahora con la selección de fútbol, se considera a los vikingos como un fuerte y apasionado pueblo nórdico que nunca se rinde. Cuando el contexto es negativo, como en el 'crash' financiero de 2008, los islandeses siguen siendo vikingos, pero se les representa como violadores, saqueadores y criminales", agrega.
Sea como bárbaros dedicados al pillaje o como pueblo de intrépidos exploradores, los islandeses no reniegan de la herencia vikinga de un país de 330.000 habitantes que aparece en la prensa internacional esporádicamente como, por ejemplo, cuando Jóhanna Sigurdardóttir se convirtió en 2009 en la primera persona abiertamente homosexual del mundo en dirigir un Gobierno o cuando el volcán Eyjafjallajökull paralizó el tráfico aéreo europeo en 2010.
"Tradicionalmente, los islandeses están muy orgullosos de sus raíces (...). Esto se plasma, por ejemplo, en el hecho de que Ingólfur Arnarson, tradicionalmente considerado como uno de los primeros colonizadores permanentes de Islandia a partir del 847 d.C., tenga una estatua en el centro de Reikiavik", agrega el profesor.
Y en momentos de exaltación patriótica como los que favorece el fútbol, suelen reaparecer las victorias bélicas históricas, como cuando en el año 885 los vikingos descendieron por el Sena con 700 barcos para sitiar París y solo cejaron en su empeño un año después y tras recibir un generoso tributo.
Los islandeses, que nunca se habían visto en una plaza deportiva tan importante y han agotado las existencias de camisetas de su equipo nacional, volverán a vestirse de vikingos el domingo para intentar derribar las defensas francesas, esta vez en el Estadio de Francia de Saint-Denis, a las afueras de París, y con una semifinal europea como recompensa.
Sus formas han cambiado, pero la herencia de sus antepasados se aprecia incluso en su idioma, el islandés, que "se parece relativamente al idioma de los vikingos".
"Sospecho que si Ingólfur Arnarson apareciese con sus amigos vikingos del siglo IX en el centro de Reikiavik el domingo por la noche, no tendría ningún problema lingüístico para sumarse a las multitudes animando a la selección de Islandia contra Francia con las palabras ¡Áfram Ísland! (¡Vamos Islandia!)", bromea el profesor.
La lógica, que no se lleva del todo bien con el deporte, parece indicar que Francia vencerá a los nórdicos. No hacerlo sería un fracaso, ha reconocido el goleador francés Antoine Griezmann. Pero si se atiende solo a la lógica, no se explica que en octavos de final derrotasen a la poderosa Inglaterra, país que inventó el fútbol.
"Creo que si Islandia tiene un buen día, puede ganar a cualquier equipo. Si mantienen una defensa firme, siempre hay opciones. Todos los partidos empiezan 0-0 y las dos porterías son igual de grandes. Así que si Islandia tiene tres buenos días más, puede ganar el campeonato", concluye Magnússon.

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