"Cada mañana, cuando despierto, doy gracias a dios por ser galés". Miles de galeses amanecen este sábado tarareando la canción de Catatonia, casi un himno que se hizo popular en el Reino Unido a finales de los 90 y se ha recuperado para poner música a la gloriosa trayectoria de la selección galesa en la Eurocopa.
El equipo de Gareth Bale, clasificado a las semifinales de la Eurocopa por primera vez en su historia con su sorprendente victoria sobre Bélgica (3-1), es el centro de atención de medio mundo, ejemplo de selección en el Reino Unido, mientras Inglaterra no encuentra quien la dirija y Escocia es una anécdota.
Detrás de ese milagro, o al frente, se encuentra el seleccionador Chris Coleman, un exdefensa central, que con 46 años ha alcanzado la gloria, 15 años después de que un grave accidente de tráfico le encaminase a los banquillos.
Lo cantaba John Lennon en "Beautiful boy" ("La vida es aquello que te ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes") y lo confirma Coleman, con una trayectoria vital llena de frenazos y acelerones inesperados.
Porque la carrera del técnico de moda de la Eurocopa, el que llama a su esposa, sus hijos y su madre después de cada partido y lamenta que no pueda verle triunfar su padre, comenzó en una carretera de Surrey, en el sudeste de Inglaterra, hace tres lustros.
Central asentado en el fútbol inglés y respetado capitán del Fulham, no entraba en los planes de Coleman retirarse con 30 años, pero una accidente, al salirse de la calzada cuando conducía su jaguar a 255 kilómetros por hora, le cambió la vida.
Coleman, al que los bomberos tardaron más de una hora en sacar de su vehículo, sufrió múltiples fracturas en una pierna y se tuvo que retirar. Hizo el curso de entrenador y, con 32 años, Mohamed Al Fayed le dio la oportunidad de dirigir al Fulham para sustituir al francés Jean Tigana.
Su prometedor comienzo con el Fulham (noveno) fue diluyéndose hasta ser despedido en 2007 y llegó, entonces, la oferta de la Real Sociedad para dirigir al equipo vasco en Segunda División.
Fue el galés John Toshack el que recomendó al club guipuzcoano a Coleman, que no duró más que seis meses en el cargo. Tras 21 partidos, dejó el equipo situado a un punto del ascenso por sus desavenencias con el presidente Iñaki Badía.
Durante su estancia en San Sebastián tuvo además episodios curiosos, como el expediente que se le abrió tras llegar hora y media tarde a una rueda de prensa. Coleman se excusó diciendo que había tenido problemas domésticos, pero unas fotos demostraron que había estado de fiesta la noche anterior. Días después reconoció su error: "Me peleé con el txakolí (vino blanco típico guipuzcoano)".
"Mi primer trabajo fue con 32 años y entonces pensaba en las tonterías que hice con 20. Ahora, miro hacia atrás con 32, 33 ó 34 y no puedo creer lo que hice", aseguraba durante la Eurocopa.
De San Sebastián, donde renunció a un millón de euros de finiquito que debía percibir, pasó al Coventry y de ahí al Larissa, en la Segunda División griega, antes de que otra desgracia cambiase de nuevo su rumbo.
El suicidio de su amigo Gary Speed, compañero de habitación en la selección, entonces seleccionador galés y que fue encontrado ahorcado en su casa, le llevó al banquillo de Gales en enero de 2012. "En un mundo ideal, yo no estaría aquí, Gales estaría en una buena situación y uno de mis mejores amigos estaría con nosotros", dijo entonces.
No tuvo tampoco un comienzo sencillo y tras ser goleado por Serbia (6-1) en su segundo partido, pensó en dimitir. Se lo impidió su padre, Paddy. "Cuando se pierde, uno se tiene que levantar y tomar las medidas necesarias para no que quedarse a cuatro patas esperando una patada en el culo", le dijo.
La víspera de enfrentarse a Bélgica, Coleman admitió que lo que más le duele es que su padre, que murió con 74 años hace un par de años, no le haya podido ver triunfar. "Era un gran aficionado y, desgraciadamente, sólo vio las primeras temporadas. Me hubiese gustado que lo viese, porque entrenar a una selección es distinto que a un club, la familia lo siente mucho más", dijo.
Aquella debacle fue el punto de inflexión, Coleman reconstruyó el equipo, convirtió a Aaron Ramsey en capitán con 21 años y comenzó a dar galones a un joven Gareth Bale, que ya porta el brazalete en la Eurocopa.
Cuatro años después, Gales es una de las sensaciones de la Eurocopa y no se fija metas. "Si se trabaja duro y no te asusta soñar, tampoco te asusta fallar", explicó en la televisión nada más concluir su partido contra Bélgica. Coleman ha avisado a Portugal que, el jueves 7 de julio, en Marsella, puede prolongar su sueño.