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Deschamps-Löw, reinvención, presión y revancha

EFE / Iñaki Dufour

El francés Didier Deschamps y el alemán Joachim Löw ya preparan la partida táctica que propondrán el jueves sobre el césped del Velodrome de Marsella en las semifinales de la Eurocopa 2016, un duelo de máxima presión, entre la reinvención obligada del entrenador germano y la revancha pendiente del galo.

Todo incluido en un partido definitivo, el que da paso a una final en la que el ganador del próximo jueves, sea quien sea y sea cual sea su rival (Portugal y Gales disputan mañana, miércoles, la otra semifinal), será el favorito al título el 10 de julio en París. Antes, el nivel de sus equipos y sus aspiraciones no admiten error.
Ni en Francia, en 'su' torneo, necesitado de un éxito cuanto antes para recuperar el prestigio interrumpido durante la última década, incapaz desde su subcampeonato en el Mundial 2006 de atravesar la barrera de los cuartos de final, la misma en la que le frenó Alemania en la última gran competición: Brasil 2014.
Ni en Alemania, tan fiable -siempre ha alcanzado al menos las semifinales de cada gran torneo desde que lo dirige Löw- como temible para sus adversarios. La campeona del Mundo no gana una Eurocopa desde 1996, hace 20 años, demasiado tiempo para un equipo que domina el palmarés europeo con tres títulos, junto a España.
Es un desafío para Löw. Ni en 2008, cuando fue subcampeón en Viena contra España, con el gol de Fernando Torres, ni en 2012, cuando sufrió un inesperado revés contra Italia y Mario Balotelli, autor aquel día de dos goles (1-2), ha completado la misión que asume cada vez que su selección entra en juego en una Eurocopa.
Es la meta ineludible para su conjunto. "Alemania sigue siendo Alemania. Es el mejor equipo del mundo. Tiene mucha calidad técnica y a menudo controla la posesión, pero a Alemania no hay que defenderla. Intentaré obligarla a defender a ella. Löw cambió su sistema contra Italia. No sé si pondré un 4-4-2 o 4-3-3. Voy a tomarme tiempo para pensar", advertía Deschamps el pasado domingo.
Desde entonces, desde que Francia ganó y convenció con una goleada sobre Islandia en los cuartos de final (5-2), el pensamiento del entrenador galo se centra en el conjunto germano, quizá en alguna variante, en alguna sorpresa, con una referencia hace apenas dos años contra mismo rival y técnico en el Mundial de Brasil 2014.
Aquel duelo, disputado el 4 de julio de 2014 en Maracaná y el único entre ambos entrenadores en competición oficial desde que dirigen a sus respectivas selecciones, se resolvió con un gol de Matt Hummels, de cabeza en el minuto 13, en un partido manejado siempre desde una prioridad táctica. A Francia, eliminada entonces en los cuartos de final del torneo, le faltó remate.
Jugó al despiste Löw en los días previos a ese choque, primero con la posición de Philip Lahm, al que mantuvo en el lateral, y después con la decisión de acumular futbolistas en su centro del campo y alinear a Miroslav Klose como punta contra la defensa gala; nuevas variantes, como las que necesita ahora entre varias bajas.
Löw no dispondrá ante Francia ni de Mario Gómez, lesionado para toda la competición, su máximo goleador en el torneo con dos tantos y titular en los últimos tres encuentros; ni de Sami Khedira, en el once en los cinco duelos de este campeonato; ni de Matt Hummels, fijo en la defensa en los últimos cuatro partidos de la Eurocopa.
Aún en debate el replanteamiento de sistema del pasado sábado contra Italia, cuando transformó su idea condicionado por su rival (modificó el 4-2-3-1 habitual por un 3-5-2), el seleccionador debe dar una vuelta más al once del jueves. Por ahí, Mario Gotze, Bastian Schwensteiger o Shkodran Mustafi surgen como alternativas.

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