Los héroes de Wembley reciben su homenaje en familia
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Los héroes de Wembley, aquel grupo de jugadores que ganaron la primera Copa de Europa para el Barcelona, aquel equipo que cambió la historia del club para siempre el 20 de mayo de 1992, recibieron esta noche un homenaje tan merecido como deslucido, debido al escaso público y a alguna ausencia notable.
La primera, imposible de remediar: la de su entrenador, Johan Cruyff, fallecido el año pasado de un cáncer de pulmón y que, por supuesto, fue recordado durante varios momentos del acto. "Todo esto es gracias a él. Lo tenemos en el recuerdo, a cada instante, y en cada momento está aquí con nosotros", ha afirmado José Ramón Alexanko, el primero en subir los 39 escalones del estadio de Wembley para levantar aquella primera Copa de Europa.
También se glosó la figura de el padre del 'Dream Team' en los vídeo-marcadores y en la pantalla gigante que se instaló en el lateral del estadio. "Para muchos, el fútbol se juega con los pies. Para mí, se hace con la cabeza y se usan los pies", pudo leerse, junto a la imagen de Johan, durante un momento de la velada.
Michael Laudrup, Albert Ferrer, Richard Witschge y Cristóbal Parralo, cuatro integrantes de aquella plantilla campeona de Europa, no participaron en el homenaje, y otros con Andoni Zubizarreta, Julio Salinas, Txiqui Begiristain, José Ramón Alexanko o Nando Muñoz no se vistieron de corto.
Ante tanta ausencia, el amistoso contra los veteranos del Benfica -un partidillo de fútbol-7 que acabó sin goles- tuvo que completarse con algunos de los integrantes del 'Dream Team' que ganó la primera Liga con Cruyff en 1991, como Julio Alberto Moreno, Antoni Pinilla, Pablo Maqueda o Sebastian Herrera.
El minipartido, en el que sí se pudo ver a Hristo Stoichkov, Ronald Koeman, Pep Guardiola, José Mari Bakero, Eusebio Sacristan o Jon Andoni Goikoetxea sobre el césped, lógicamente no era el soñado como plato principal de la fiesta.
Así, que el momento cumbre del homenaje llegó antes, cuando, con las luces apagadas del estadio, aparecieron uno a uno los héroes de Wembley, con la mítica camiseta naranja de aquella final, mientras 55 niños de La Masía les hacían el pasillo de los campeones.
El último en pisar el césped fue, por su puesto, Koeman, el hombre que, con su gol de falta en el minuto 111, derrotaba al Sampdoria italiano en la prórroga y daba la primera Copa de Europa al Barça.
Koeman, Stoichkov y Guardiola, que no solo regresaba al Camp Nou como exjugador sino también como el entrenador más laureado en la historia del club, fueron los más aclamados por los 28.420 espectadores que acudieron esta noche a honrar a sus héroes. Solo 3.000 más de los culés que, hace 25 años, estuvieron en Wembley arropándoles en aquella final.
Los seguidores barcelonistas habían sido convocados una hora antes de la salida de los jugadores, a las 21.00 horas. Para entonces, el Camp Nou era un solar, mientras un charanga aparecía sobre el césped mientras unos futbolistas avezados en la técnica del 'freestyle' hacía malabares con una pelota.
Mientras el 'speaker', Pep Callau, se desgañitaba para animar a la escasa parroquia, una 'kiss cam' intentaba cazar a alguna pareja enfocando a la grada con la intención ruborizarla, al estilo de los sobreactuados espectáculos deportivos estadounidenses.
Con los jugadores ya sobre el terreno de juego, llegaría un emotivo espectáculo audiovisual, que recordaba los mejores momentos del 'Dream Team', sus goles más espectaculares, sus tardes de gloria y aquel camino hacia la final.
A continuación, esos 55 niños -algunos hijos de los campeones de Europa- escenificaban, bajo los focos que alumbraban un Camp Nou en penumbra, un entrenamiento con la idea del 'rondo', que caló Johan Cruyff, como piedra filosofal.
Tras el partido llegaría el homenaje a aquel gol de Wembley, con Koeman, Bakero y Stoichkov observando sobre el césped como tres niños de la cantera azulgrana recreaban, imitándoles, la ejecución de aquel lanzamiento de falta justo cuando se apagaban las luces, simbolizando el relevo generacional.
Y el fin de fiesta se produjo con el Dream Team despidiéndose desde el Camp Nou sobre una tarima mientras Alexanko volvía a levantar la Copa de Europa en medio de una lluvia de luces y confeti.
Toda esa emoción se hubiera desbordado con el estadio lleno, pero el barcelonismo no estuvo esta noche a la altura. Difícil encontrar los motivos a tan poca afluencia de público, máxime cuando la entrada era gratuita.
Quizá el buen tiempo invitaba a huir de Barcelona este fin de semana, o probablemente el homenaje, llevado casi en la clandestinidad durante muchas semanas, no se supo vender bien.
O tal vez los aficionados culés, que disfrutan ahora de su equipo con el estómago lleno -como decía Guardiola-, que lo han visto reinar en Europa con una autoridad insultante, ganar tripletes y sextetes, emborracharse de títulos en los últimos años, ya no tengan memoria.