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Una renovación al estilo Guardiola

Ernesto Valverde, durante un entrenamiento.
Víctor Martí

Febrero y marzo se han convertido en los meses señalados en la agenda de los entrenadores del Barcelona para anunciar su futuro. El último en confirmar esta tendencia ha sido Ernesto Valverde, que, como en su momento rubricó Pep Guardiola, esperó hasta la segunda mitad de la temporada para ampliar un curso más y otro opcional su compromiso con el club azulgrana.

El preparador extremeño sigue los pasos del actual técnico del Manchester City, que un 8 de febrero de 2011 dio el visto bueno a la ampliación de su contrato hasta junio de 2012.

Fue un 1 de marzo de 2017 cuando Luis Enrique Martínez también confirmó su futuro, si bien en esa ocasión, tras una victoria por 6-1 contra el Sporting de Gijón en el Camp Nou, anunció que al término de ese curso dejaría de entrenar el primer equipo azulgrana.

Valverde y el Barça han elegido las 9:00 horas de la mañana de un viernes 15 de febrero como fecha para poner fin, así, a meses de especulaciones y múltiples comparecencias públicas en las que las preguntas referentes a su renovación se multiplicaron.

"Siempre he dicho que hay buena sintonía con el club en ese sentido, no lo he ocultado. Tengo contrato en vigor y los plazos que nos hemos marcado para seguir avanzando están ahí. No tengo nada que ocultar en este sentido", insistió el 'Txingurri' a principios de año.

Menos hermético se mostró el presidente del club, Josep Maria Bartomeu, quien en las últimas semanas se mostraba favorable a la continuidad del técnico: "Es un entrenador en el que confiamos mucho. Está haciendo un gran trabajo, es una persona inteligente, conoce bien el sistema de juego y gestiona los partidos de la manera que nos gusta".

Con Valverde en el banquillo, los resultados llegaron en la primera temporada (2017-18) con la consecución de la Copa del Rey y la Liga, aunque la eliminación en los cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Roma tras desaprovechar un 4-1 favorable del partido de ida abrió una cicatriz que todavía escuece en el entorno azulgrana.

En su segundo curso, su equipo lidera otra vez el torneo de la regularidad, está vivo en la Copa y afronta con confianza los octavos de final de la 'Champions', gran objetivo de la temporada, especialmente para el argentino Lionel Messi.

Si los resultados son el gran aval de Valverde, el juego irregular de su equipo es uno de los lunares de su trayectoria. Con él en el banquillo, el Barça gana -65 victorias, 22 empates y 9 derrotas-, aunque la forma de hacerlo genera dudas.

Este curso su equipo muestra dos caras. Capaz de brillar en Wembley contra el Tottenham (2-4) o remontar una eliminatoria copera contra el Sevilla (6-1); y de naufragar con un juego triste en Leganés (2-1) o quedarse sin ideas en San Mamés (0-0).

Dicha bipolaridad está ligada al protagonismo de los centrocampistas en la sala de máquinas. En su segundo curso, el Barça es doctor Jekyll cuando Arthur Melo está en el césped y se convierte en Mr. Hyde cuando el brasileño no juega.

Más allá del estilo, Valverde ha destacado como un buen gestor en un vestuario plagado de estrellas. Gracias a un talante dialogante, ha sido capaz de reconducir deportivamente la situación de Ousmane Dembélé, cuestionado por su indisciplina, y de no perder la paciencia con la alarmante irregularidad de Philippe Coutinho.

Más conservador se ha mostrado con el protagonismo de los jugadores del filial. En su primer año y medio, solo Carles Aleñá ha gozado de continuidad, mientras que otros nombres llamados a abrir la puerta del primer equipo como Juan Miranda o Riqui Puig han jugado a cuentagotas.

Precisamente la apuesta por futbolistas de la cantera se presenta como uno de los retos con vistas al próximo curso. Además, la figura de Valverde será clave en la adaptación del centrocampista holandés Frenkie de Jong, apuesta del club para asegurar el juego de posición con vistas al futuro.

Todo ello sin olvidar una premisa indispensable en el Camp Nou: ganar títulos jugando bien. Con el futuro confirmado, la prioridad de Valverde pasa por asegurar el presente.

En el horizonte más próximo le espera un triple objetivo: ganar su segunda Liga, conseguir un resultado positivo en el Santiago Bernabéu para conseguir el billete a la final de la Copa del Rey y avanzar en la Liga de Campeones.

Si el balón entra y los títulos llegan, entre febrero y marzo del próximo año deberá confirmar si amplía el año opcional que figura en su nuevo contrato. En 2012 Guardiola dejó, agotado, el banquillo azulgrana tras cuatro temporadas. En 2020 Valverde cumplirá su tercer curso en el Camp Nou.

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