Santiago Aparicio
Madrid, 24 feb .- En uno de los primeros días de diciembre del pasado año, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, puso en entredicho la consideración de Leo Messi como el mejor futbolista de la historia.
Para la leyenda del fútbol brasileño, uno de los reyes del fútbol de todos los tiempos, Messi tiene limitaciones. Dista de ser un jugador completo como el propio Pelé cataloga a Diego Armando Maradona o a él mismo.
"¿Cómo pueden hacer una comparación con un tipo que cabecea bien, chuta con la diestra y la zurda con uno que sólo chuta con una pierna y solamente tiene una habilidad? Para comparar con Pelé, tiene que ser alguien que chute bien con la zurda, con la derecha y haga goles con la cabeza," dijo Pelé días antes de echar el cierre al 2018.
Leo Messi ha esperado su momento. Poco dado a responder ante los micrófonos, el astro argentino aguardó su oportunidad en el césped. Y en menos de tres meses, el jugador del Barcelona plasmó su contestación sobre el césped del estadio Sánchez Pizjuan.
Fue una réplica con delicadeza captada gráficamente a continuación del gol. El Barcelona perdía 2-1 en Sevilla. Un recinto casi inaccesible para los rivales. Un fortín para el conjunto andaluz. Ousmane Dembelé, por la derecha, envió la pelota a la media luna del área local. Por allí transitaba Messi. Como casi siempre. Solo y por donde husmea que va a irrumpir el balón.
Tocó la bola. Un paso adelante y ejecutó un tiro ladeado, alto, fuera del alcance de Tomas Vaclik, con la pierna derecha. Sí, con la pierna derecha. Con esa que dijo el astro brasileño que el argentino no tenía.
Messi se abrazó a Dembele como Pelé a Jairzinho. El atacante francés agarró a su compañero. Rodeó su cuello y, boquiabierto elevó el puño derecho al aire. Con la mirada al frente. Feliz y desafiante,
Tal cual. Casi cuarenta y nueve años atrás la imagen había sido la misma. En el estadio Azteca de México, en la final de la Copa del Mundo del 70. Contra Italia. Brasil ganó por 4-1 y Pelé abrió el marcador. El mito brasileño buscó a Jairzinho, al que se aferró. La misma cara, igual expresión. El mismo destino, el balón a gol.
Messi calcó la imagen. El argentino marca de falta, con la izquierda, de cabeza. Pero también con la derecha, como en el Pizjuán. No reclama el 10 del Barcelona ningún lugar en el universo fútbol. No solicita comparación.
El argentino responde en el campo. Cada semana, con una continuidad de la que posiblemente ha carecido el resto. Pelé, Di Stéfano, Maradona...
Pelé presume de su propia historia. Aquella que coronó en México, con aquél Mundial. Messi escribe la suya. Cinco Balones de Oro, 50 hat trick y una determinación insultante cada semana.
Leo Messi respondió. Parco en palabras, selectivo en la declaración, el argentino del Barcelona acumula méritos que le engrandecen una jornada tras otra. Homenajeó a aquél Pelé del Azteca. O posiblemente le respondió. Ambos, instalados en la cima de la historia tiene ya una foto igual.