La humillante derrota en Anfield (4-0), que ha puesto fin un año más al sueño de la Champions, deja muchas reflexiones en los aficionados del FC Barcelona, muchas preguntas, algunas con respuesta, con la pérdida de la esencia y señalando al banquillo como ejes principales.
Los resultados esconden muchas cosas. En el caso del Barça, no hace tanto era inimaginable ganar sin jugar bien, históricamente el resultadismo era algo contrario a la filosofía del club. Lo importante es siempre ganar, pero tanto o más cómo conseguir la victoria. El Barça de Pep Guardiola bebió de las fuentes originales del cruyffismo, el de Luis Enrique evolucionó por la calidad del tridente, al de Valverde le falta un plus, pese a la posibilidad de firmar dos dobletes. Sintomático.
Absolutamente. Una de las máximas del técnico holandés era defender con el balón: "Si tú lo tienes, el rival no te puede atacar", pero el Barça jugó como un equipo pequeño, salió temeroso, se refugió atrás y así históricamente no puede ganar nada.
El Barça parece que ha renunciado a su estilo, a sus esencias. No hace tanto sometía a los rivales. Ahora muchas veces está a merced, pese a que los resultados, como dice el tópico, lo esconden todo.
En los últimos años, los azulgranas se destensan en los grandes escenarios europeos. En los últimos años, el Barça cayó 4-0 en París ante el PSG, 3-0 en Turín frente al Juventus, 3-0 en Roma el año pasado y 4-0 anoche en Anfield. Para evitar esa desconexión, la secretaria técnica decidió fichar a Arturo Vidal para que no se repitiera "lo de Roma". Anoche el chileno fue el mejor, pero el Barça repitió los mismos errores.
Si después del 3-0 en Roma, la directiva ya señaló a Valverde; después del 4-0 en Liverpool y las declaraciones del presidente, Josep Maria Bartomeu, el futuro del técnico pende de un hilo. Bartomeu dijo tras el partido que lo de Anfield era "otro palo" como el vivido en Roma. "Es muy difícil explicarlo, también nos paso el año pasado", dijo el dirigente.
Después del gran partido de ida, en el que marcó dos goles, el argentino tenía entre ceja y ceja jugar una nueva final de la Champions. De hecho, ya señaló ese objetivo a principio de temporadas: "Queremos esa copa tan linda". Se marchó de Anfield contrariado, sin saber qué ocurrió.
Dos jugadores, Sergio Busquets y Luis Suárez, además del entrenador y del presidente, fueron los portavoces del vestuario. Busquets pidió perdón, Suárez pidió perdón, Valverde asumió su responsabilidad y Bartomeu no encuentra explicaciones y emplaza a la toma decisiones hasta después de la final de Copa.
Ese gol perseguirá históricamente al Barça. Un error en cadena con 3-0 en contra que dibuja el estado anímico del equipo. Es el resumen del partido, un remate cercano de Origi tras una pillería de Alexander-Arnold. Después, fundido en negro.
Nunca. En los seis precedentes, los azulgranas habían salido vencedores. El Liverpool tampoco había remontado, hasta anoche, un 3-0. Siempre hay una primera vez.
Pues visto el desenlace, quedó claro. El francés ya pudo decidir la eliminatoria en la ida, pero no acertó en dos remates claros para cerrar las semifinales. A diferencia del Barça, el Liverpool tenía un plan, con diferentes jugadores, pero una idea de lo que podía ser el partido: intensidad, velocidad, anticipación... y le salió bien.
Parece complicado que el brasileño, el fichaje más caro de la historia del Barça, pueda recuperar su mejor versión. En el campo parece un alma en pena. El problema es la inversión realizada y, sobre todo, la amortización de la misma.
Hasta después de la final de Copa, no se moverá nada. Entonces es cuando la directiva reflexionará y tras reunirse con la secretaría técnica es cuando empezará a dibujarse el próximo curso. La continuidad de Valverde será uno de los ejes básicos.