El Barcelona se midió este sábado al Valencia en la final de la Copa del Rey. El conjunto azulgrana quedó derrotado (1-2) y se quedó sin la posibilidad de hacerse con cinco títulos de forma consecutiva y pasar así la barrera de los 30 entorchados.
Ni Valverde ni los jugadores parecieron haber aprendido de lo sucedido en Anfield a principios de mayo pese a los mensajes de arrepentimiento y dolor lanzados en la previa por los protagonistas.
El técnico extremeño está casi sentenciado. Bartomeu se encargó durante la semana de ratificar a su entrenador pero tras la humillante derrota de Liverpool los síntomas ofrecidos en el Benito Villamarín casi confirman el adiós de un preparador que erró desde el comienzo con la puesta en escena. Nada más y nada menos que tres altas médicas dio el club en los instantes previos al choque y los tres jugadores (Arthur, Semedo y Coutinho) fueron titulares. Dos de ellos no completaron el partido y Coutinho no ofreció mejoría con respecto a lo ofrecido en encuentros anteriores.
Trató Valverde tras el descanso de cambiarle la cara al equipo, pero quizás ya era demasiado tarde. Hubo mejoría porque ir a peor era casi imposible. Jugadores que llegan a mayo fuera de forma, fallos de concentración... Este equipo queda claro que no estaba capacitado ni bien construido para firmar un triplete.
Sólo se salvó Messi, como siempre, que se echó el equipo a sus espaldas, pero el rosarino sólo (a veces) no puede.