El fútbol era otra historia. Eran otros tiempos. La samba no significa fiesta, jolgorio y reuniones con familiares en Sao Paulo. El baile brasileño levantaba a toda LaLiga Santander y el FC Barcelona tenía en sus filas al jugador que tenía enamorada a toda Europa. Era un 21 de marzo de 2004, corría el balón y Ronaldinho sonreía. Fue siempre lo más serio.
El 19 de julio de 2003 todo cambió en el Camp Nou. Tras varios años de hambruna y desilusión, Sandro Rosell tenía a 'su' fichaje en casa. Tras la negativa de David Beckham -que acabaría jugando en el Real Madrid-, el vicepresidente culé convenció a Ronaldinho Gaucho y a su hermano para firmar su contrato como azulgrana.
Pero aún tenía 23 años.
El 21 de marzo de 2004, el crack brasileño llegó a casa en un día especial: Ronaldinho cumplía 24 años, tenía a toda Europa pendiente de sus piernas y el FC Barcelona volví a ser un club aspirante a todo.
A pesar de estar a nueve puntos del líder, el Real Madrid, en la entidad creían que aún se podía 'cazar' el primer puesto. La Real Sociedad, el 14º de la clasificación, no lo pondría fácil.
Intensidad, tensión y falta de acierto. El reloj apretaba, la Real se defendía en su propio campo y en el Camp Nou la sensación de haber desaprovechado el empate previo de los blancos ante el Real Zaragoza (1-1) se apoderaba del ánimo.
Pero entonces apareció Ronaldinho. Y ahora tenía 24 años.
La magia brasileña se sacó un increíble disparo de falta directa desde fuera del área para, en el 88', conseguir el tanto de la victoria y el delirio de todo el Camp Nou. Abrazos, gritos y rezos: el título aún era posible.
Fueron 25 millones de euros. El ex del PSG aterrizó en Barcelona para cambiar la historia de la entidad: Champions en París, 207 partidos, 94 goles, 71 asistencias, dos Ligas, dos Supercopas y un Balón de Oro. ¿Cuánto costaría a día de hoy la magia, el arte, la imaginación, la calidad y el gol de Ronnie?
El título liguero acabó en manos de un Valencia histórico (77 puntos) con el FC Barcelona en segunda posición (72), pero la historia había cambiado a base de sonrisas.
Ronaldinho, en tiempos tan complicados, ya nos marcó el camino: sonrían en casas, hospitales, oficinas o en cualquier lugar en el que estén. Siempre fue lo más serio.