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Los dos grandes señalados en Getafe: Koeman les da la oportunidad y ellos la desperdician

Antoine Griezmann falla una ocasión ante el Getafe.
Santiago Sanabria

La visita al Coliseum Alfonso Pérez provocó la primera derrota del proyecto de Ronald Koeman. El técnico neerlandés rotó con la cabeza puesta en el Ferencvaros y sorprendió con la inclusión de Ousmané Dembélé y de Pedri. También estrenó a Sergiño Dest a pierna cambiada en el lateral izquierdo por la baja de Jordi Alba e incluso le dio a Antoine Griezmann la gran oportunidad que tanto había pedido, jugar de '9'. Pero el partido del FC Barcelona en Getafe no fue precisamente el diseñado por el técnico culé y el encuentro dejó a dos grandes señalados. 

Dembélé volvió a un once titular once meses después. El 'mosquito' no empezaba en el once inicial del conjunto azulgrana desde el pasado 27 de noviembre en el encuentro de Champions ante el Dortmund con Ernesto Valverde todavía en el banquillo. En Getafe, el francés jugó 61 minutos y desperdició la gran oportunidad que le brindó Koeman.

En el tiempo que estuvo sobre el césped del Coliseum le faltó esa chispa que está llamado a tener para comandar el ataque azulgrana. Su banda pasó desapercibida, no desequilibró, perdió incontables balones y no tiró a puerta. Tan sólo una buena acción, en la que rompió para cede un balón a Pedri y terminar con un mano a mano fallado por Griezmann.

Precisamente el '7' azulgrana es el otro gran señalado del tropiezo azulgrana. Griezmann recibió lo que tanto había reclamado. Koeman lo situó como falso '9', por delante de Pedri y desplazando a Messi a banda. Era lo que había exigido y aún así tampoco brilló.

Griezmann, ante Djené en el encuentro del Barça de Koeman en Getafe (Foto: LaLiga).

Una vez más volvió a estar bastante desaparecido e impreciso en las jugadas de ataque. Falló una ocasión clarísima en un mano a mano con David Soria que mandó a la grada del Coliseum. Koeman, que había aguantado todo el partido, entonces gesticuló, lamentó y dejó claro que no se lo podía creer, que era imposible de entender cómo había mandado el balón tan alto.

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