Imprevisible, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego, el delantero Ousmane Dembélé continuará dos cursos más -hasta el 30 de junio de 2024- en el Barça y se convierte, así, en el único superviviente de los tres futbolistas que, tras el adiós de Neymar, el club azulgrana fichó por más de 100 millones de euros.
Ni Antoine Griezmann, por el que el Barça pagó los 120 millones de su cláusula de rescisión, ni Philippe Coutinho (120 millones + 40 en variables), consiguieron consolidarse en el equipo azulgrana. El francés juega ahora a las filas del Atlético de Madrid, mientras que el brasileño lo hace en el Aston Villa.
Del tridente pagado a precio de oro, solo Dembélé ha sobrevivido a las temporadas convulsas que han azotado la entidad catalana, tanto en lo deportivo como en lo económico. Y eso que su trayectoria ha sido irregular, con múltiples lesiones, casos de indisciplina y algunas muestras de su talento.
La andadura del delantero galo en el Barça empezó un 25 de agosto de 2017, cuando por entonces se convirtió en el fichaje más caro de la historia del club.
Apremiada por las prisas tras el adiós de Neymar al Paris Saint-Germain y con los 222 millones de euros en la cartera tras recibir el pago de la cláusula del brasileño, la junta directiva de Josep Maria Bartomeu pagó al Borussia Dortmund 105 millones de euros 40 más en variables para hacerse con los servicios del internacional francés.
Un año antes, en 2016, el Barcelona ya intentó fichar al atacante de Vernon, entonces en las filas del Rennes, pero el equipo alemán selló su contratación a cambio de 15 millones de euros. Su precio siempre condicionó unas expectativas que jamás se cumplieron. La alargada sombra de Neymar nunca desapareció del Camp Nou.
No ayudaron, tampoco, las constantes lesiones musculares que sufrió vistiendo la zamarra azulgrana. La primera de ellas, una rotura en el tendón del bíceps femoral de la pierna izquierda en su tercer partido oficial como azulgrana contra el Getafe. Fue el preludio de un calvario.
En las cinco primeras temporadas de azulgrana, Dembélé ha sufrido 13 lesiones, que le han obligado a estar casi 700 días de baja y a perderse cerca de 100 partidos oficiales. O dicho de otra manera: ha jugado 150 partidos en los que ha marcado 32 goles y ha repartido 34 asistencias.
Las continuas recaídas musculares suscitaron todo tipo de comentarios relacionados con la vida del jugador más allá de los terrenos de juego, desde los hábitos alimentarios pasando por retrasos en los entrenamientos.
Mientras, cuando las lesiones lo permitían, Dembélé era capaz de marcar goles importantes como el que decidió la Supercopa de España de 2018, y otros dignos de Messi como el que anotó en diciembre del mismo año contra el Tottenham.
Gotas de talento que contrastan con otras decepciones en el terreno de juego. La más sonada fue un mano a mano en el último minuto del partido de ida de las semifinales de la Champions League de la temporada 2018-19.
El Barça ganaba 3-0 al Liverpool en el Camp Nou y, en un contraataque, Messi dejó solo al francés ante Allison. Dembélé disparó, sin fuerza y centrado.
El partido de vuelta Dembélé no lo jugó por lesión y el Barcelona encajó el histórico 4-0 en Anfield Road que lo apeó de la final de la máxima competición europea.
Exuberante y vistoso con sus carreras vertiginosas en el césped, Dembélé siempre se ha mostrado discreto en actos públicos. En cinco años de azulgrana, apenas se ha prodigado en los medios de comunicación y públicamente nunca se le ha oído hablar castellano.
Sin embargo, su única expulsión de azulgrana se produjo precisamente por protestar. En 2019, Mateu Lahoz le expulsó por decirle “muy malo, eres muy malo”, a lo que el argentino Leo Messi reaccionó con sinceridad: “No sabe hablar, no sabe hablar”.
Una anécdota que explica la adaptación del talento galo en Barcelona que, pese a su irregular andadura, era uno de los jugadores que Xavi Hernández quería recuperar para su proyecto.
Las negociaciones para renovarle han sido como las de su juego: anárquicas. A Xavi le prometió que quería seguir vistiendo de azulgrana, un discurso que contrastaba con el de su agente, Moussa Sissoko.
A finales de enero, sin la renovación cerrada a diez días para que finalizara el mercado de invierno, el club presionó para que aceptara alguna de las propuestas para abandonar el club que tenía encima de la mesa. Dembélé quedó fuera de la convocatoria en dos partidos consecutivos, pero finalmente se quedó.
Pese a que dentro del club había voces que abogaban por mantenerle el castigo hasta final de curso, Xavi, que insistía en su renovación, volvió a apostar por el francés, que acabó el curso con 13 asistencias y dos goles. Un final notable en una trayectoria global muy irregular.
Finalmente, pese a las altas pretensiones de su representante, el Barça se mantuvo firme con una oferta a la baja. La dirección deportiva se plantó y el jugador, siempre a contracorriente, decidió continuar en Barcelona, donde cobrará un 40% menos con respecto a su anterior salario.
Tras la huida multimillonaria de Neymar al Paris Saint-Germain, Dembélé es el último superviviente de los tres futbolistas que, antes de la pandemia, hipotecaron la entidad en su objetivo de olvidar el trauma que significó el adiós del brasileño. Dembélé, el jugador imprevisible, se queda.