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Soledad Jaimes: "De chiquita, yo siempre era la única mujer en el parquecito"

Lucía Santiago

Le Havre (Francia), 8 jun .- Soledad Jaimes (Entre Ríos, 1989) juega para Argentina, pero cuando habla salen de su boca expresiones características de la jerga brasileña. No pone empeño en disimularlas pese a vestir la camiseta celeste y blanca. En Brasil, confiesa a EFE, vivió "los mejores años de su vida".

Tiene una casa allí -"mi casa", subraya- y es su primera parada cuando termina la temporada. Durante las vacaciones navideñas, de hecho, tenía previsto pasar un mes allí. La llamada del Olympique de Lyon, el mayor gigante del fútbol, le hizo cambiar sus planes.

"Mi idea era volver a China", reconoce en una conversación telefónica la exjugadora del Dalian Quanjian. "Lo del Lyon fue de repente, de un día para otro. Recuerdo que me escribió mi representante y me dijo: 'tienes que viajar, el Lyon mandó una propuesta'. Yo estaba volviendo a Brasil para quedarme un mes más de vacaciones, pero decidí ir a Francia y crecer como jugadora y como persona, con una meta nueva y a un nivel diferente", relata.

El Olympique de Lyon puede considerarse una selección de las mejores jugadoras del mundo. Desde Wendie Renard a Ada Hegerberg, pasando por Amandine Henry o Lucy Bronze. Las mejores futbolistas del planeta agrandan año a año el palmarés de un equipo que este curso sembró otros tres títulos: Liga, Copa y Champions.

"Jugar ahí es un sueño cumplido. Creo que cualquier jugadora cuando comienza siempre tiene sueños y en algún momento llegar a un equipo así es lo máximo", asegura Soledad Jaimes.

Su adaptación no fue sencilla. Además de una barrera lingüística, existió también una futbolística. La internacional argentina llevaba "un mes parada" cuando se presentó en el vestuario. "El nivel en el Olympique de Lyon es fuera de lo común y acostumbrarse lleva tiempo. El primer entrenamiento fue difícil, yo físicamente llegaba mal. ¡Estaba de vacaciones! En China la temporada comienza en enero y dos meses antes de que termine el año ya estás liberada", explica.

Los últimos seis meses, en todo caso, son un reconocimiento a la travesía que Soledad Jaimes emprendió para llegar a alcanzar la cota más alta del fútbol. "Yo todavía me recuerdo en mi barrio, jugando en el parquecito. De chiquita siempre jugaba con mis amigos y todo el santo día estaba en el parquecito. Siempre era la única mujer. Siempre fue así, toda mi vida. Siempre había alguno que decía alguna cosa. A mí no me molestaba, nunca me afectó porque a mí me encantaba lo que hacía. Mis amigos iban todos los días a golpear la puerta de mi casa para jugar", rememora.

La delantera de la selección argentina dio sus primeros pasos en el Deportivo Sirio Libanés. "Después jugué en el barrio, con mis amigos. Tipo los 14 años ya había fútbol femenino. Era bien flaco, recién estaba comenzando a verse el fútbol femenino. Yo seguía jugando con los varones. A los 15 o 16 años, hice la prueba en Boca y me quedé ahí. Ahí empezó mi carrera", indica.

"Jugué tres Copas Libertadores con Boca y a la tercera recibí la propuesta para venir a Brasil. Fiché por Foz do Iguaçu. Fueron dos años increíbles. Siempre gracias a dios fui creciendo y aprendiendo. Después pasé por Sao Paulo, llegué a la final. Fui para Santos. Esos fueron los mejores años de mi vida y mi carrera. Había muchas jugadoras brasileras conocidas. Yo conseguí jugar con ellas y aprender muchas cosas. Individualmente, fueron dos años increíbles en mi vida. Cambiaron mi vida realmente", confiesa.

Sole puede presumir de haber sido "la mejor atacante de Brasil los dos años". "Como Neymar o Ronaldinho", puntualiza.

"Fue una etapa que marcó mi vida para siempre. Me sentía profesional, sentía que no tenía ninguna preocupación, estaba bien ahí y pude ayudar a mi familia. Era solo alegría. Mi única preocupación era dar lo mejor de mí", dice.

Después llegó su experiencia más exótica, en China, aunque contó con la complicidad de los entrenadores para salir a comer a algún restaurante. "Cuando estaba concentrada con el club, ¡eso sí que era triste!", bromea.

El desembarco en el Olympique de Lyon fue posterior. Festejó tres títulos, jugó siete partidos y gritó un gol antes de volver a cambiarse de camiseta. Con la selección argentina, en el Mundial de Francia, Soledad Jaimes será más protagonista.

"Estar en un Mundial nos llena de alegría porque es el lugar en el que Argentina siempre estuvo", se arranca cuando es preguntada por el torneo que para la Albiceleste comienza este lunes.

UN MUNDIAL POR EL FUTURO DE ARGENTINA

El duelo ante la escuadra japonesa en París supone el regreso del país austral al primer plano después de una etapa gris. "Pasamos un momento bastante difícil por el tema de que el fútbol femenino en Argentina no es profesional. En los últimos años muchas atletas que jugaban conmigo lo tuvieron que dejar porque no entrenaban. Argentina empezó a tener carencias de jugadoras, era bien difícil convocar a jugadoras porque no había chicas. La mayoría habían decidido dejarlo y cada vez que la selección competía, incluso en los Sudamericanos, nos iba supermal", lamenta.

"Ahora nos enfocamos en entrenar duro. Gracias a dios hay bastantes chicas que están jugando en Europa y eso ayuda mucho porque cambia tu cabeza. Piensas diferente, entrenas diferente y ves los objetivos de manera diferente. Somos muchas las que anhelábamos esto y ojalá que cada una de las que estamos fuera podamos aportar y ayudar a la selección, mismo como las chicas que están en Argentina. Yo sé que pasan mil dificultades. Quizás no entrenan con una estructura como nosotras, pero tienen las mismas ganas y los mismos sentimientos que nosotras y todas unidas creo que podemos llegar a algún lado. No puedo decir que vayamos a ganar; sí puedo decir que vamos a intentar achicar la diferencia", indica.

El camino hacia el Mundial -el primero para Argentina desde el año 2007- estuvo plagado de piedras. "Nosotras tenemos talento, tenemos muchas jugadoras que juegan bien, es solo que les tienen que dar la oportunidad y una estructura mejor", expone Soledad Jaimes.

Con ilusión acoge las promesas de cambio y de una apuesta por el profesionalismo, aunque espera "que no sean solo palabras".

"Yo estoy fuera, tengo mi vida hecha y sé que no voy a volver a Argentina, pero me dejaría triste que el fútbol argentino fuera profesional solo de la boca para afuera. Yo cuando venía a la selección era como decir: 'caramba, estoy representando a mi país y mi club me trata mejor'. Digo de ropa y de lo que sea. Todo gracias a dios está cambiando, de a poquito y lento, y veo a las chicas mejor y más felices. Me gustaría que fuera todo más profesional y que una atleta no necesite trabajar. Yo me despierto, desayuno, voy al club a entrenar, hago mi trabajo y a veces entreno en doble turno. Vuelvo a casa y sigo mi vida, sin la preocupación de tener que ir a trabajar cansada y después entrenar. Ojalá en Argentina sea profesional, le den más interés y consigan más patrocinios", desea quien ha vivido ese camino de "dificultades".

"En el último viaje se habló mucho de juntarnos, apoyarnos e intentar llegar tan lejos como podamos en la Copa del Mundo. Antes no teníamos esa mentalidad. Cuando las chicas salen, conocen que se puede, así que me quedo con lo que se habla y con lo que queremos. Es superlindo escuchar eso de mis compañeras. Nosotras tenemos que hacerlo mejor dentro del campo para poder pedir cosas para que nos ayuden y exista otra estructura. Me ilusiona pensar que puedo estar en esta selección e intentar que nos vean diferente. Me gustaría hacer eso por mis compañeras que siguen en Argentina", sentencia.EFE.

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