El Barcelona se ha impuesto este domingo a la Real Sociedad en la final de la Copa de la Reina. Un partido en el que el cuadro culé se ha impuesto con solvencia para ampliar su palmarés con la Décima, pero no ha estado exento de polémica.
Más allá de la sonora pitada al himno de España antes del inicio del partido, la imagen más decepcionante ha llegado una vez que las campeonas han tenido que ponerse las medallas ellas mismas. La RFEF de fútbol ha dado las medallas en bolsas y han sido las propias jugadoras las que han tenido que colocárselas entre ellas y miembros del staff. El asombro era absoluto y las caras de algunas de las jugadoras lo decían todo.
El staff poniendo las medallas de campeonas a las jugadoras y Salma no se lo puede creer, una vez mas la federación siendo una VERGÜENZA pic.twitter.com/MAKuOdK0w1
— . (@lisbett_fcb) May 18, 2024
El conjunto azulgrana obtuvo su cuarta Copa en los cinco últimos años, sucede al Atlético de Madrid, ganador de la anterior edición, y se destaca entre los vencedores de la competición, ya que suma cuatro más que el segundo en títulos, que es el Espanyol con seis.
El equipo catalán hizo valer el peso de su plantilla y presupuesto y pasó por encima de una Real Sociedad que solo pudo aguantar el marcador inicial cuatro minutos y 48 segundos.
Ona Batlle abrió el marcador para certificar un 5-0 al descanso con goles de Salma, el segundo ocho minutos más tarde; Graham Hansen, que anotó el tercero y el cuarto, y el segundo de la propia Batlle que hizo el quinto en el 33
El tiempo de refresco no aplacó la voracidad del conjunto azulgrana, que siguió dominando el partido con el esférico y que fue madurando las jugadas sin prisa pero sin pausa para que los guarismos del marcador fueran aumentando progresivamente igual que lo habían hecho en los primeros 45 minutos.
Dos nuevos goles de Mariona y otro de Claudia Pina hicieron subir el 8-0 al marcador cuando se habían disputado 13 minutos del segundo periodo que hacían presagiar una goleada de dos dígitos pero el equipo de Jonatan Giráldez bajó el pistón pensando muy posiblemente en la final de la Liga de Campeonas de la próxima semana y eso evitó una mayor sangría y que el conjunto vasco pudiera estirarse algo más y llegara en varias ocasiones al área rival aunque sin consecuencias.