Juan José LahuertaGetafe (Madrid), 12 feb .- José Bordalás, entrenador del Getafe, es un hombre prudente en cada una de sus declaraciones. Sencillo. No hace ruido. Trabajador incansable, metódico. No acapara focos. Pero, sin querer, por fin, después de una carrera larga hasta la cima, llamó la atención tras empatar 0-0 en el Camp Nou.
Su Getafe dio la campanada de la jornada. Logró lo que otros equipos, desde los más grandes hasta los más humildes, no habían conseguido en los últimos años. El último que no recibió goles en el Camp Nou fue el Málaga en noviembre de 2016.
Pero hay otro dato demoledor. En Liga, aparte del Málaga en dos ocasiones, y el Celta, nadie, en los últimos 120 partidos que ha disputado el Barcelona en su estadio, consiguió dejar la portería a cero. Y, para el Getafe, los antecedentes no eran nada halagüeños: en sus dos pasadas visitas, encajó sendos 6-0 que daban miedo.
Sin embargo, con Bordalás en el banquillo del Getafe algo ha cambiado. Su equipo compite siempre. Sin excepción. No hay partido en el que no dé la cara. Por eso, muchos avisaron de que la visita al Camp Nou no iba a ser un paseo. Y acertaron.
El cuadro madrileño se comportó como un muro inexpugnable con un portero, Vicente Guaita, en estado de gracia. Pero, sobre todo, con un compromiso total de unos hombres incansables y tácticamente muy bien trabajados que llegaron a prodigarse en ataque y que sólo al final del encuentro, cuando sonaban las alarmas, cedieron ocasiones de gol. En los primeros 45 minutos, el Barcelona no disparó a portería.
El culpable de ese 0-0 sorprendente y de una temporada excelsa de un equipo que regresó a Primera División este curso después de un año en el infierno de Segunda, tiene un nombre: José Bordalás. Él es el responsable, en gran parte, del éxito del Getafe.
Cuando Bordalás se sentó en el banquillo de su actual club, tenía fama de ser un entrenador capaz de hacer que sus equipos lucharan por ascender y conseguirlo como hizo en el Alavés. Pero sus éxitos no eran siempre recompensados. Sus presidentes actuaban como una especie de "mantis religiosa", que hacían el amor con su técnico y luego le "mataban" profesionalmente.
Con ese aura, llegó Bordalás al Getafe al principio de la pasada temporada, cuando el club estaba al borde del descenso a Segunda B y Juan Eduardo Esnáider no había sido capaz de situar a sus hombres entre los mejores. Su aparición fue primordial.
Consiguió imprimir a su equipo el mismo carácter con el que ascendió con anterioridad al Alavés; el mismo con el que llevó al Elche a la final de las eliminatorias por el ascenso y que perdió contra el Granada; o el mismo que condujo al Alcorcón para la citada promoción de ascenso y a salvarle en una segunda etapa en la que estaba destinado a descender a Segunda B.
Entonces, agarró al Getafe, le dio un impulso que finalizó con el deseado ascenso en la final ante el Tenerife y, por fin, un presidente, en este caso Ángel Torres, dio una oportunidad a José Bordalás, que después de dirigir a once equipos entre 1993 y 2016 alcanzó la cima de la Primera División a los 53 años.
Su estreno ha sido demoledor. Ha demostrado que vale para entrenar en Primera. Con un equipo humilde, con una plantilla prácticamente nueva fabricada en verano con muchas caras nuevas, mantiene a su equipo pasado el ecuador del curso con 30 puntos, 12 por encima del descenso y a 6 de Europa.
La tropa de Bordalás no ofrece un fútbol exquisito. Algún fogonazo de eso aparece, pero poca cosa. Tiene un auténtico ejército de "hoplitas" abnegados, que luchan por cada pelota, muy bien organizados, sin estrellas, que no dan por perdido ningún partido. De los 7 en los que ha sido derrotado en Liga, sólo el Atlético le ha ganado por más de un gol de diferencia.
El resto, lo hicieron por la mínima. Incluidos el Barcelona, el Real Madrid o el Sevilla, equipos punteros del campeonato. Jugar contra el Getafe es enfrentarse a un hueso duro de roer. Es, sin duda, uno de los equipos más incómodos de toda Primera División.
Eso ha creado Bordalás, un monstruo humilde, capaz de salir con vida del Camp Nou, donde todos los clubes coleccionan puntos de sutura y el Getafe sacó un punto para sumar a los 29 que ya tenía antes. El entrenador del conjunto azulón, sin duda, es uno de los protagonistas del curso. Se diplomó en Segunda, se ha licenciado en Primera y se sacó el doctorado en el Camp Nou.