Juan José Lahuerta
Getafe (Madrid), 31 may .- La ampliación del contrato de José Bordalás, que firmó este viernes hasta junio de 2022 con el Getafe, convierte al técnico alicantino en una rara especie dentro del fútbol moderno, en el que las principales figuras van y vienen movidos casi siempre por el interés mercantil.
En los tiempos actuales es raro retener a un hombre que pega el 'pelotazo' en un banquillo en un club pequeño. La lógica, es un cambio de aires hacia equipos de mayor postín. Y a Bordalás, con su quinta posición en la Liga después de rozar la gesta de la Liga de Campeones, no le faltaron ofertas para moverse.
Finalmente, el presidente, Ángel Torres, ha conseguido lo que prácticamente prometió justo cuando acabó la temporada. Juró y perjuró que Bordalás seguiría en el banquillo del Getafe el año que viene y así ha sido.
El entrenador azulón tenía contrato hasta el final del próximo curso. También una cláusula de rescisión de 1,5 millones de euros y el interés de equipos como el Roma que tantearon a su representante como una de las opciones para sustituir a Claudio Ranieri junto a nombres como los de Roberto Donadoni, Laurent Blanc o Sinisa Mihajlovic.
También la ausencia de inquilinos en banquillos jugosos como el del Sevilla o el Betis podría haberse resuelto con la llegada de Bordalás. Al final, el Sevilla de momento sigue sin entrenador y el Betis parece que se decantará por la opción de Joan Francesc Ferrer, "Rubi", que como Bordalás consiguió clasificar al Espanyol para la Liga Europa.
Sin embargo, el cuadro "periquito" no ha logrado retener a su técnico como sí ha hecho Ángel Torres. La afinidad del presidente con Bordalás es muy alta hasta tal punto que la semana pasada aseguró que con mirar a su entrenador podía resolver el asunto de la renovación.
Torres, al contrario que pasó con Quique Flores y su marcha al Valencia; con Bernd Schuster y su salida al Real Madrid; o con Michael Laudrup, que no quiso continuar en el Getafe después de completar una gran temporada (2006/07), ha retenido a un entrenador que podría haberse ido como hicieron otros después de firmar un gran curso.
Bordalás lleva camino de convertirse en un "hombre club", un 'rara avis' en el fútbol español. En la actualidad, el técnico que más tiempo suma en un banquillo de la Liga es Diego Simeone en el Atlético de Madrid, que este año sumó siete temporadas y media.
Después, sólo José Luis Mendilibar en el Eibar, club que dirige desde junio de 2015, supera los años que lleva Bordalás en un cargo al que accedió en septiembre de 2016. El resto de entrenadores, de forma continúa, suman menos tiempo en el cargo que Simeone, Mendilibar y Bordalás.
El preparador del Getafe se quedará después de un esfuerzo económico de Ángel Torres y porque cree en un proyecto que él mismo ha ido construyendo ladrillo a ladrillo. En el ya citado mes de septiembre de 2016, cogió las riendas del Getafe cuando estaba en Segunda División en posiciones cercanas a Segunda B.
Esa misma temporada ascendió al Getafe a Primera y en su regreso colocó al conjunto azulón en la octava plaza, rozando Europa. En su tercera campaña, la que ha terminado, ha subido un peldaño más y hasta la última jornada peleó por jugar la próxima edición de la Liga de Campeones. Al final fue quinto, la mejor actuación del Getafe en la Liga de su historia.
Su conocimiento del vestuario, su buena relación con el presidente, su mano izquierda con los jugadores y su metodología basada en la exigencia máxima sin ningún tipo de concesiones, ha enamorado a una afición que en la última jornada aplaudió al entrenador de moda del fútbol español.
Al final, el "Bordalás te quiero" del Coliseum Alfonso Pérez se ha hecho realidad. La comunión entre aficionados y técnico continuará una temporada más por lo menos. Si la relación continúa hasta junio de 2022, se podrá decir definitivamente que Bordalás empieza a ser un hombre-club, una figura en peligro de extinción.
Pero sería una definición evolucionada. El "One Club Man" anglosajón que engloba a nombres que prácticamente nacieron y se retiraron en el club de su barrio o ciudad, es casi una quimera, una situación casi imposible. El nivel de exigencia para ser un "hombre-club" ha bajado y Bordalás sería uno del siglo XXI. Lejos quedan las 24 temporadas de Francesco Totti en el Roma o las 24 de Ryan Giggs en el United. Ahora, con mucho menos, entras en el club.