Después de que el penalti de Javi Galán sobre Pellistri se convirtiera en el primer gol del Granada en el duelo frente a la Real Sociedad, el guardameta del conjunto nazarí, Augusto Batalla, protagonizó una peculiar anécdota con un sólo objetivo: que su equipo volviera a tener sobre el terreno de juego a once jugadores.
El portero del Granada detuvo el partido echándose al césped quejándose de unas molestias. De hecho, las asistencias salieron para atenderlo, aunque realmente lo que estaba haciendo era ganar tiempo para que Lucas Boyé regresara al verde, ya que estaba siendo atendido en la banda.
Esas 'molestias' de Batalla coincidieron con la salida de Boyé del campo. Como era previsible, el arquero del conjunto nazarí se recuperó y ya Boyé pudo ingresar al terreno de juego tras cambiarse las botas para reestablecer la igualdad numérica en el terreno de juego.