Hay jóvenes jugadores que apuntan maneras, jóvenes jugadores que tienen calidad, jóvenes jugadores a los que hay que esperar, y luego están los jóvenes jugadores que son ya futbolistas. De esta última tipología hay alguno que otro en LaLiga Promises Internacional, pero el que seguro que lo es se llama Jacobo, luce el número 4 y es la piedra en la que se sustenta este Madrid, quizás tenga algo que ver su nombre bíblico.
El caso es que el central madridista se ha erigido durante todo el torneo internacional en New Jersey como un auténtico bastión, el último obstáculo, el defensor por excelencia.
Sus pelos largos, aunque rizados, eso sí, recuerdan en ciertas actitudes a Sergio Ramos. Su cabeza alta, su salida de balón, a Hierro. Y su anticipación es digna del mejor Maldini, salvando todas las distancias salvables.
El caso es que Jacobo, defensa del Real Madrid ha destacado en su equipo y en el torneo, más allá de otras estrellas con más o menos brillo.
En la semifinal ante el Villarreal ‘secó’ a Enrique, posiblemente el mejor jugador del torneo. No le dejó operar y así abortó el plan del equipo castellonense.
Pero no solo es Jacobo grande y respetado en el campo, donde porta el brazaleta de capitán. Sus gestos fuera del campo lo engrandecen igual o más. Siempre atento, buena conducta con rivales y gestos que lo hacen mayor.
Como el que tuvo al término de la semifinal ante el Villarreal. Unos chicos abatidos agachaban la cabeza en el banquillo, y allí que fue Jacobo para, uno por uno, saludarlos, consolarlos con toda la deportividad del mundo.
Grande Jacobo, más de lo que dicen su estatura y sobre todo su edad.