La Liga arrancó para el Levante UD justo como acabó la anterior, con alegría tras vencer justamente por 1-0 al Villarreal. Bueno, en este caso, la de Primera División porque ha quedado claro que los granotas ya tienen poco de equipo de Segunda. Quizá algo sí, la falta de contundencia arriba pero eso lo suplió, quién si no, el 'Comandante' de la nave con empuje, ganas, determinación y hambre de liderazgo. Morales fue el más activo de la escuadra azulgrana a lo largo de los 90 minutos. Con mayor acierto, con menos pero arrogándose ese papel, el de protagonista, tras una película, la anterior en la élite, en la 2015-16, con un final fatídico que quería borrar, quería destruir esa cinta y de momento lo ha logrado con su gol tras forzar una pena máxima. Los tres primeros puntos se quedaron en el Ciutat de València, engalanado para un fiesta que prácticamente sólo tuvo un invitado: el equipo de Muñiz.
El conjunto granota ofreció ni más ni menos que lo que se esperaba de él antes de arrancar el encuentro: un equipo muy bien posicionado, ordenado y firme en defensa y con contragolpes muy verticarles para intentar coger descolocada a la zaga del Villarreal al mínimo renuncio. Era lo que se esperaba de un equipo de Muñiz si bien no deja de tener mérito que el Levante UD tuviese prácticamente embotellado a todo un rival amarillo, quinto clasificado de la pasada campaña y que presentaba un cartel con nombres como los de Bacca, Sansone, Unal o Trigueros. Pero eso en Primera, o al menos en este encuentro, no sirve de mucho y en el minuto 1 Morales, en una rápida contra, se encargó de recordarlo. Su centro raso lo despejó la defensa y Jefferson Lerma engatilló desde fuera para que la defensa despejase por línea de fondo.
Por tanto, lo que algunos podían esperar, un conjunto amarillo dominador, no se dio durante la primera mitad sino todo lo contrario aunque Carlos Bacca dejó claro que, en cualquier despiste local, el Villarreal podía armar la marimorena. En el 7', la zaga dejó pasar una pelota que andaba como perdida y el colombiano apareció de la nada, como los que salían de la cortina de humo de 'Lluvia de Estrellas', para coger el esférico y armar la pierna aunque Chema anduvo veloz para interponerse y despejar a córner. Un aviso de que no cabía la mínima concesión, el despiste más pequeño, ni siquiera un hueco porque los de Fran Escribá llegaban con pólvora de sobra para echar abajo el bonito armazón de Orriols: el del equipo y el que presentaba por primera vez el Ciutat de València tras su remodelación. El saque de esquina largo, por cierto, lo empaló Rukavina rumbo a Alboraia. También desde el banderín, Rodri estuvo a punto de meterla entre los tres palos con un cabezazo que, en cámara lenta, se perdió rozando el derecho de ellos.
Lo demás fue todo dominio del Levante, de cabo a rabo, sin reservas. El centro del campo azulgrana se imponía al de su oponente, la presión funcionaba perfectamente para robar rápido pero no terminaba de producirse la conexión acertada para marcar, con un Álex Alegría muy peleón pero muy lejos de hacerse acreedor del premio del gol. A falta de presencia arriba, el conjunto de Orriols lo intentaba por las bandas, sobre todo por la de Morales, muy impulsivo, casi con exceso de ganas como si quisiese borrar de un plumazo el recuerdo del descenso, como si no fuese suficiente la fiesta continua del pasado ejercicio. El 'Comandante' condujo en el 42' y, tras emborracharse un poco de pelota y no advertir la llegada de Bardhi, se la cedió en segundo término a Jason para que chutase superando el travesaño.
El segundo tiempo arrancó con un amago de dominio del Villarreal pero se quedó en eso, en el intento baldío, justó lo que tardó el Levante en volver a reclamar el esférico. De nuevo Jason lo intentó desde lejos con un tiro flojito y poco después era Campaña el que, con mucha intención, buscaba la escuadra pero tampoco tuvo éxito. A partir de ahí, el partido se trabó, el juego perdió brillo conforme los jugadores fueron acusando el cansancio aunque con el Levante siempre un puntito por encima y siempre rondando los dominios de Andrés Fernández. Muñiz metió refresco y empuje con Doukouré y posteriormente retiró a Álex Alegría para apostar arriba por la mayor movilidad de Ivi, que no tardó mucho en gozar de su primera oportunidad. Pero primero fue Campaña el que filtró un gran pase hacia Morales y éste, tras un recorte con registro de derechos de autor, chutó para que Andrés se desembarazase como pudo del cuero. Luego lo intentaría Ivi que, al no poder deshacerse del agobio de la zaga, se inventó un tacón para habilitar su posición de tiro y chutar rozando la cruceta.
El dominio seguía sin traducirse en el marcador y Muñiz puso toda la carne en el asador, es decir, metió en el rectángulo de juego a la otra novedad arriba, Boateng, también para sustituir a un Campaña con poco resuello. El asedio ya era total, sobre todo con un Morales desbocado y, al final, el premio llegó, no de la forma esperada aunque ya se sabe lo de en el amor y en la guerra. Superando trincheras a base de recortes y eslalom dibujados en su mente, el 'Comandante' fue derribado dentro del área por Rukavina. El '11' no quiso ceder a nadie la gloria de disparar desde el punto fatídico, se arrogó el protagonismo pero también la responsabilidad de convertir en el 88' tras un encuentro del que el Levante fue dominador desde casi antes de salir del vestuario. La presión no le pudo, todo lo contrario: disparó rasito, colocado, a la derecha. Andrés lo adivinó pero el capitán de la nave azulgrana lo lanzó tan bien que la estirada fue estéril. Gol y euforia. Y no hubo tiempo para más o para poca cosa. La fiesta sigue en Orriols. Y que dure.