Tal día como hoy, 6 de junio, se cumplen siete años de la muerte de Manolo Preciado, el entrenador que logró robar el corazón de todo el levantinismo. El cántabro consiguió que el universo granota volviese a sonreír, logrando un ascenso a Primera División en la temporada 2003-2004, tras cosa que el Levante no conseguía desde hacía casi treinta años.
Al técnico le bastó tan solo una campaña para conquistar la entidad de Orriols, pero su muerte no afectó solo a los granotas. El fallecimiento del entrenador pilló al mundo del fútbol por sorpresa, pues un infarto acabó con su vida de la noche a la mañana. De hecho, su fichaje por el Villarreal, que por aquel entonces militaba en Segunda División, había sido anunciado pocas horas antes.
Preciado defendió la elástica del Racing, Linares, Mallorca, Alavés, Ourense y Gimnàstica de Torrelavega, donde debutó como entrenador. Como director técnico, logró un total de cinco ascensos a varias categorías, dos de ellos a Primera, con Levante y Sporting. Quizá estos clubes son quienes lo recuerdan con más cariño y orgullo, hasta el punto de que el cántabro tiene una estatua en su honor en Gijón.
Pero su suerte en el mundo del fútbol no era igual que la personal, y es que su vida privada estuvo marcada por diversas desgracias. Sin embargo, Preciado siempre se mostró como una persona afable, feliz y cercano, querido por jugadores y otros entrenadores. El mismo José Mourinho quiso dedicarle unas palabras en su fallecimiento. "Quiero enviar mi humilde mensaje de dolor a todos los suyos, a su familia, a su gente del Sporting, del Racing, del Levante y del Villarreal, club al que seguro iba a rescatar de la Segunda División; a todos los equipos en los que dejó su huella", fueron las palabras del técnico portugués.