Y aquí estoy. 3:32 de la madrugada y no sé ni por dónde empezar. Hoy no hay RAE ni traducciones al granota moderno ni na de na. No me sale. Aún estoy viendo a Postigo sacarla bajo palos, el no penalti de Melero, las paradas de Cárdenas (hay puerta para rato), la carrera de Morales y… O paro ya o me da el segundo o tercer infarto de la noche. No sé si lo aguanto. ¡Quiero vivir! Imágenes para siempre en la memoria. Que contaremos cual batallita de abuelo cebolleta. “Y cuando nos clasificamos para semifinales de Copa con aquel gol de Roger en el último minuto… ¿te acuerdas?” Pues eso ya no nos lo quita nadie.
Como tampoco nos quitarán Xerez, Lleida o Motherwell. El ascenso ante el Castellón. El liderato en solitario. Meterte en Europa. El gol de Postigo al Oviedo. El de Koné o Morales al Madrid. El de Martins al Valencia. La manita al Barça. Tantas y tantas citas. Y no me remonto más porque no lo viví en primera persona. Lo de ayer es un nuevo momento que quedará para siempre. Qué grande es ser pequeño. Y qué gran acierto con este lema reciente que abandera el club en los últimos tiempos. Porque ya no es una cuestión de tamaño. Aquí, sin complejos. Pero sin ese sentir, lo de ayer no sería lo mismo. Nuestros éxitos no son títulos. Nuestras alegrías son diferentes. He ahí la magnitud. Y eso, no nos lo quita nadie.
Me da pena no haber podido estar en el Ciutat. No me quiero ni imaginar. Vivirlo rodeado de los nuestros. Nunca hubiera sido igual. Pero tampoco lo cambio. Quizá eso le dé incluso un toque más imborrable y especial. El salto, el grito, el abrazo. El montonet con mis hijas, como si la tele fuera un espejo y el salón de mi casa esa esquina del Ciutat con Roger totalmente enterrado por sus compañeros. Y mi mujer inmortalizando el momento. Ella que hace 10 años casi no sabía ni dónde estaba el Ciutat y hoy lo vive como la que más. El móvil echando humo, el whatsapp al borde del colapso. Y el momento explosión interior, tumbado en el suelo, con el pitido final. “Sí, Víctor, sí. Está pasando”. Eso tampoco nos lo quita nadie.
Se me cruza todo por la cabeza. Me acuerdo de mucha gente. De mi Javi Mínguez, de Migue y de Manu. ¡Se nos acumulan las Lambrus!
Se me cruza todo por la cabeza. Me acuerdo de mucha gente. De mi Javi Mínguez, de Migue y de Manu. ¡Se nos acumulan las Lambrus! De mi gente, de todo lo que empapé en la redacción de Vara. Meji, Masmano. ¿Habría aguantado el mítico armario un momento así? De mis compis de tertulia. Los audios enloquecidos de Aranaz, Algarra corriendo pasillo arriba y abajo, ese Tomás implosionando por dentro y tan sereno por fuera. Esteve, Salinas, Mikel, José, Granotil… La narración de Gosalvez. ¡Qué envidia! Ledesma y Giménez, cómo lo hubiéramos gozado en directo. De la Osa a pie de campo. Y otros tantos y tantos compañeros. También de Iván y Chiqui y el patriarca Juan. De mi amigo Álvaro y su hijo Javier (él es del Levante pero le cuesta reconocerlo). Y de mi amigo Rubén y su hijo Diego (a éste no le cuesta tanto porque el abuelo Mariano lo deja claro). Y mi amigo Luis, el primer loco que conocí que decía ser del Levante cuando yo casi no sabía ni que existía el fútbol. Loco, por aquel entonces se quedaba corto. Y de toda esa gente que sé que ayer se alegró por mí. Pues sí, señores, a todos nosotros: ¡Esto no nos lo quita nadie!
Reconozco que la tarde no empezó como esperaba. No ver a Morales y Roger en el once, bajón. Pero era una posibilidad. Paco siguió apostando por los de la Copa. Se lo habían ganado. Y al final daba igual quien saliera. Era día para disfrutar y apoyar como fuera. Te gustara más o te gustara menos. Y encima luego resultó que Paco parecía tener muy claro el guion y los posibles escenarios. Y lo clavó. Que podía haber salido cruz y estaríamos hablando de otra cosa, sí. Podía. Pero le fue perfecto. Los cambios, las sensaciones, los momentos. Y el resultado, claro. Paco vuelve a escribir una página histórica. Y el equipo, por supuesto. TODOS. Y eso, a ellos, ya no se lo quita nadie.
Hoy Rocío y María seguirán presumiendo en el colegio. Orgull Granota. Qué bonito. Toca disfrutar el momento. Todos sus compañeros saben de sobra que son del Levante. Y no son las únicas en sus clases. Lola, Tana y alguno más que hay por ahí. Tarea entretenida entre valencianistas, culés y merengones. Son minoría, sí, pero ellas lo tienen claro. Por noches como la de ayer. Y por ganar cualquier domingo en Liga, también. ¡Hasta por empatar! Porque cualquier triunfo aquí no es solo una alegría más. Y cualquier derrota no es más que otra lección de vida. Porque, aún con solo 8 y 6 años, ellas también tienen motivos ya para decir “qué noche la de aquel día”. Y las que les quedan. Y eso, por si no os lo he dicho todavía, ¡no nos lo quita nadie!
Víctor López
Periodista
" Nuestros éxitos no son títulos. Nuestras alegrías son diferentes. He ahí la magnitud. Y eso, no nos lo quita nadie." Esto mísmo se lo decía yo a mi mujer comiendo, ella levantinista por obligación sin gustarle el futbol por mi y por mi hijo, como que mi hijo se enfada con ella cuando le habla de jugadores y ella no sabe de quien habla, eso sí, por supuesto que del Dios Morales, Roger, Bardhi, Campaña o Aitor.... No hay manera mas exacta de poder describir en una columna el sentimiento que tuvimos ayer miles.... Gracias y enhorabuena.