El Levante UD se estrenó el pasado domingo ante su afición en la nueva temporada de LaLiga Santander. Lo hizo ante uno de los grandes, uno de esos equipos llamados a ganar la competición, el Real Madrid, y lo cierto es que menudo partido se marcaron los granotas. Si la semana pasada se comentó que venían curvas para el levantinismo, lo cierto es que nadie se imaginaba cuán inmensas serían estas.
El partido comenzó algo mal para el Levante. Bueno, bastante mal. Que sí, que un par ocasiones de Morales, que estaba algo precipitado, por cierto, y la afición animando en las gradas del Ciutat, pero lo cierto es que en el minuto 5 el Real Madrid ya iba dominando 0-1 en el marcador. Y, si nos ponemos a analizar los minutos siguientes, hasta que el árbitro decretó el descanso, no es que la cosa mejorara mucho en el juego de los locales. De hecho, en las gradas se llegó a escuchar que “lo mejor era el resultado, porque podrían haber caído cinco o seis goles”. ¡Ay!, qué bonito escuchar de nuevo las voces de la afición, y razón no les faltaba.
Sin embargo, la que liaron los de Orriols al regresar al césped. No había pasado ni un minuto cuando Roger consiguió anotar el empate, aunque con algo de incertidumbre, que parecía que el balón no pasaría jamás la línea de gol. Pasaron los minutos y sucedió lo que solo el Levante sabe hacer, darle la vuelta al resultado en los partidos más inesperados. En el 56’, fue Campaña el que metió el auténtico golazo que hizo vibrar el Ciutat de València. Pero ojo, que ya hemos dicho que las curvas fueron bastante pronunciadas.
Vinicius todavía logró empatar el encuentro y, para rematar, el Levante reaccionaba con otro tanto de Róber Pier. Por si fuera poco, y los granotas no estuvieran al borde del infarto en las gradas, llegó Cantero y envió un balón al palo. Poco después, volvió a empatar Vinicius con un gol que volvió locos a la inmensa mayoría de periodistas que había por la zona, sobre todo los menos habituales en Orriols.
Y si pensabais que ya estaba todo, Paco López agotó cambios y Aitor Fernández se lo dejó todo por el equipo en el césped, tanto que terminó expulsado tras una parada en el mediocampo. Llegó el momento más surrealista del partido, Vezo bajo palos. La afición se volcó con él y el Levante se defendió con uñas y dientes. Al final, el empate se quedó en el marcador y más de un levantinista se marchó del Ciutat tocándose el pecho para ver si el corazón seguía en su sitio. Eso sí, menuda sonrisa tenía todo el mundo en la cara.
Con esto, queda demostrada una semana más que con el abono granota igual deberían haber regalado un desfibrilador o, al menos, un cinturón que abrocharse en la montaña rusa de emociones en la que los aficionados van a pasar gran parte de la temporada.
Una lastima para el Levante, se perdieron 2 puntos, si Cantero mete el 4-2 a puerta vacía en el 82 el partido se había acabado. Por cierto la que ha escrito este artículo parece del Madrid 100 por 100. Que triste.