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La otra fiesta de Florentino tras el 4-0

Jesús Rengel

Hace nueve días, en una tarde aciaga para los blancos, el Real Madrid cayó estrepitosamente ante el Atlético por 4-0. Pero al día siguiente, y el resto de la semana, no se habló de otra cosa que de la fiesta de cumpleaños que Cristiano Ronaldo celebró tras el partido.

La convulsión que se generó vino derivada por la falta de afectividad del DJ contratado para amenizar el evento, el colombiano Kevin Roldán, que colgó varias fotos y vídeos en las redes sociales, lo que provocó que todos vieran a Cristiano, James, Marcelo o Khedira entre otros celebrando el cumple a lo grande, cantando y bailando, ajenos al malestar del madridismo, herido por la derrota.
Pocos días después, en pleno debate en torno a la idoneidad de la fiesta, algunos medios desvelaron que otro componente de la plantilla, Iker Casillas, también había celebrado esa noche un cumpleaños, en este caso el de su novia, la periodista Sara Carbonero. Ambos eran actos vinculados a la vida privada de los protagonistas y previamente organizados. La diferencia es que el capitán del Real Madrid sí entendió que era importante la discreción, habida cuenta de la derrota.
Esa prudencia necesaria fue, precisamente, lo que le reclamó el presidente Florentino Pérez al día siguiente a la plantilla, en su visita sorpresa a Valdebebas. Pérez estaba disgustado por el 4-0 y por las imágenes públicas del cumpleaños de CR7, pero no por la celebración en sí.
De hecho, el propio presidente también acudió a una fiesta de cumpleaños tras abandonar el Vicente Calderón, mascando la abultada goleada. Florentino Pérez fue al restaurante El Babero, que regenta su hija Cuchi Pérez en el madrileño barrio de Las Tablas. Allí estaba programada la fiesta de cumpleaños de un directivo muy querido por el resto de la Junta, el presidente del Castilla Nicolás Martín-Sanz. Nico, como le conocen sus amigos, quería festejar una fecha importante, sus 75 años, rodeado de sus amigos. 
Evidentemente, la celebración se desarrolló de forma discreta y comedida. A pesar de estar dolidos por la derrota, todos entendieron (como Cristiano, Íker y el resto de la plantilla) que la vida sigue y que no había por qué anular compromisos privados adquiridos con anterioridad.
 

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