Cientos de aficionados del Deportivo esperaron la llegada de los autobuses de su equipo y el Celta de Vigo al estadio de Riazor, donde les recibieron con bengalas, cánticos y el lanzamiento de algunos botellines de cerveza al vehículo que trasladó a los visitantes.A pesar de las vallas y el cordón policial, algunos aficionados lograron que sus botellines de cerveza la superaran y llegaran a la zona por la que pasaba el autobús del Celta.
Aunque no hubo que lamentar daños personales ni materiales, un par de botellines estuvieron a punto de alcanzar a dos informadores antes de estrellarse en la fachada de Riazor.
La temporada pasada, uno de los botellines impactó en el vehículo del equipo vigués y le produjo daños en una de las lunas.
Los autobuses de ambos equipos llegaron prácticamente juntos al estadio de Riazor y después de dejar a los jugadores, el del Celta quedó custodiado por la policía en una explanada aledaña al campo.
En el acceso al estadio, la seguridad privada del estadio se encargó de comprobar las identidades de los profesionales de los medios de comunicación y analizar el contenido de sus mochilas.
Los más de 600 aficionados del Celta que acudieron a la zona visitante del estadio de Riazor accedieron con normalidad por la puerta 20 del campo protegidos por otro cordón policial.
El derbi gallego fue declarado de alto riesgo y se movilizó un amplio dispositivo de seguridad con más de 200 efectivos de la Policía Nacional, a la que se agregaron agentes de la Local y miembros de la seguridad del Deportivo.