Arnau Segura.Gerona, 28 may .- Al contrario de lo que se suele decir, algunas veces las historias pueden tener un final feliz. Es el caso de la relación entre el Girona y Pablo Machín, que terminó este lunes con el anuncio del fichaje del técnico soriano por parte del Sevilla.
Tras varios días de rumores, el club andaluz oficializó este lunes la incorporación del ya exentrenador rojiblanco, que firmará un contrato con el Sevilla hasta el año 2021.
Con todo, el recuerdo que deja Machín en Montilivi es inmejorable. Después de dos temporadas como técnico del Numancia, el de Gómara (Soria) firmó por el conjunto rojiblanco en marzo de 2014, convirtiéndose en el tercer técnico del Girona en una temporada que parecía destinada a acabar con el descenso del equipo a la Segunda división B.
Sin embargo, Machín enderezó el rumbo del equipo hasta conseguir una agónica salvación en el último partido. Lo que vino después de aquella victoria por 3-1 contra el Deportivo de La Coruña, es historia para la entidad gerundense.
Después de encajar el drama anímico de quedarse dos veces consecutivas a las puertas de Primera división de forma cruel (2015-2016 y 2016-2017), la temporada pasada el equipo por fin consiguió el tan ansiado ascenso a la máxima categoría del balompié español; y este curso, en el debut del equipo y de la inmensa mayoría de sus integrantes en la élite, ha sorprendido al universo futbolístico con un estilo valiente e intenso, ofensivo y sin complejos.
Con el 3-5-2 como sistema y las jugadas de estrategia como una de sus mejores armas, el Girona ha conseguido un décimo puesto extremadamente meritorio para un recién ascendido, dejando para el recuerdo partidos como del 2-1 con el que sometió al Real Madrid.
De hecho, el cuadro rojiblanco, que en los últimos años ha crecido exponencialmente de la mano de Pablo Machín, incluso ha flirteado con la posibilidad de conseguir un billete para la próxima Liga Europa.
Al final no fue posible cumplir el sueño, pero poco les importó a unos aficionados gerundenses que, más numerosos que nunca, han vivido la mejor temporada de sus vidas. Imborrable, el legado de Pablo Machín en Montilivi ya es eterno.