Dicen que los 50 son los nuevos 30, aunque este caso, con los 90 años que acaba de cumplir LaLiga, esta premisa se cumple todavía más. En su novena década, LaLiga ha madurado, sus cimientos son cada vez más fuertes, va mejorando cada día que pasa, pero sobre todo, cuenta con la salud, la robustez, la ilusión y las ganas de seguir creciendo de un adolescente. A la veteranía y sabiduría de sus 90 años, hay que unirle un afán constante por innovar y superarse.
Esa es nuestra liga, que está de aniversario y quiere cumplir muchos más porque pocas cosas están tan adheridas a la vida y al día a día de millones de personas como el fútbol. En España, LaLiga, desde que se creó el 10 de febrero de 1929, no ha dejado de latir. Marca el sentir de familias y parejas que no se imaginan su relación sin ese plus de emoción y pasión que provoca el balompié. Ese cosquilleo y nerviosismo cuando tu equipo ronda el marco contrario, ese latido acelerado en tu corazón cuando llega el éxtasis a la hora de celebrar un gol o esa sensación indescriptible cuando los tres puntos caen de tu lado.
Y qué mejor momento para descubrir apasionantes historias de amor, fraguadas a lo largo de la historia del campeonato liguero, que el Día de San Valentín. Parejas separadas por unos colores, pero unidas por una pasión: LaLiga, donde el amor por un deporte está por encima de las diferencias personales e incluso hace que tus vínculos se refuercen todavía más con la persona que tienes al lado. Los duelos de mayor emoción y rivalidad de LaLiga Santander y LaLiga 1|2|3, vividos desde dentro.
Alfonso (65 años) y María (63 años) llevan juntos desde que eran niños y casados desde hace 44 años. Alfonso es del Real Madrid y María es del FC Barcelona. Ambos aman sus colores desde que tienen uso de razón y ver jugar a su equipo es una cita imperdible cada fin de semana que se disputa LaLiga Santander desde hace 90 años y de la que tienen recuerdos desde hace más de medio siglo.
Desde siempre lo viven y lo sienten como si fueran los propios entrenadores de sus clubes. Los dos son tremendamente pasionales mientras ven los partidos y, para sobrellevar mejor lo que pasa, decidieron que Los Clásicos era mejor que cada uno lo viera por su cuenta. ¿El motivo? Que las celebraciones de los goles, la polémica y todo lo que ocurría sobre el césped se trasladaba al sofá de su casa. Así, consideraron que para disfrutar de pleno lo ideal era sentir la emoción de los dos enfrentamientos "más importantes de la temporada" sin la presión del rival.
A Alfonso, presidente de la peña madridista de su pueblo, según dice su mujer, "no le gusta el fútbol, sólo el Madrid y cada año va a más. Es un forofo total". María, por su parte, cuenta que en su día a día "está rodeada de madridistas", pero que por mucho que han intentado a lo largo de los años cambiarle sus colores, jamás lo consiguieron y "ya lo dieron por imposible". Lo que no se pierde tampoco en el día a día es una sana rivalidad: títulos, forma de jugar, quién es el mejor del momento o el mejor de la historia… son algunos de los temas de conversación. En su casa sólo se habla del Real Madrid y del FC Barcelona, del FC Barcelona y del Real Madrid. No entienden la vida de otra forma.
Eso se lo transmitieron también a su hija, María, que desde pequeña se decantó por la vía madridista de su padre, haciendo sufrir más de una vez a su madre. María lo asumió desde el primer momento y, "por la felicidad de mi niña", siempre la tuvo perfectamente equipada con los colores blancos y no dudó a la hora de llevarla al Santiago Bernabéu.
Juan Carlos (62 años) y Pilar (57 años) son una pareja peculiar. Juan Carlos, un valencianista de pro, conoce a su mujer, más levantinista que el escudo, desde que tenía 19 años. A los dos les viene su enorme pasión por sus respectivas familias, que estuvieron muy ligadas a los clubes en sus gloriosos inicios en LaLiga. Por ejemplo, el padre de Juan Carlos fue mano derecha del mítico presidente del Valencia CF Luis Casanova, que tomó el mando de la entidad por primera vez en 1935.
Se enamoraron y una máxima rivalidad entró en sus vidas para cambiarlas por completo. Tanto tiempo llevan de relación, como amando y defendiendo a sus equipos gracias a la existencia de LaLiga. Su historia de amor hizo que tuvieran que tomar decisiones impensables por aquel entonces como es que Juan Carlos también se hiciera socio del Levante UD y Pilar del Valencia CF. Todo por ir juntos al fútbol.
Antes de llegar a ese punto, cuando eran novios, Juan Carlos tuvo que hacer algún que otro sacrificio por su relación. El Levante aún no estaba en LaLiga Santander y por Pilar y su familia se recorrió toda la geografía valenciana para ver al cuadro granota jugar en Segunda B y Tercera porque Pilar no iba a dejar sólo a su equipo cuando más lo necesitaba. "Tenía que hacer de tripas corazón", recuerda Juan Carlos, que afirma también que para él "ha sido llevadera la rivalidad".
Algo que no es así para Pilar, una persona muy pasional, muy forofa, que ahora disfruta con el crecimiento y el buen hacer del cuadro granota en LaLiga Santander, aunque también le tocó ver hace no mucho como el Valencia lograba el campeonato liguero y era su marido el que lo celebraba. "Ver como el otro gana títulos crea un malestar constante", comenta Juan Carlos, que tiene asumido que en los derbis es él el que más sufre: "Yo procuro ser más elegante, pero mi mujer me está esperando y tiene toda la razón para hacerlo y motivos para disfrutar. Al Valencia no se le da muy bien el Levante y es el día de gloria para ella".
Eso sí, los días de gloria, por ambas partes, duran y duran, pues desde el cariño mutuo que se tienen conviven con unos piques "necesarios para mantener la chispa y no aburrirse". Una rivalidad sana que ambos se han encargado de transmitir a sus dos hijos, Borja y Claudia, que le tienen cariño al Valencia y al Levante "por respeto a sus abuelos". Ellos no se mojan ante sus padres, aunque les tira un poco más el Valencia.
Rubén (42 años) y Ángeles (39 años) son dos periodistas unidos por la entrega a su profesión y separados por los colores de los dos equipos más importantes de Galicia: el RC Celta de Vigo y el RC Deportivo de La Coruña. Precisamente, ese es uno de sus temas de conversación, si Galicia es celeste o si es blanquiazul.
En ese sentido, Ángeles lo tiene muy claro: "Rubén intenta picarme hablándome del ‘Coruña’, pero yo no entro al trapo porque, sinceramente, sólo con recordar que el principal trofeo en la vitrina del Celta es la Intertoto está todo dicho y más cuando nosotros tenemos hasta un campeonato liguero". No duda Rubén en responder: "Ella siempre así, siempre recuerda el palmarés, todas las copas que tienen. Yo le recuerdo que el único título Europeo que tiene el fútbol gallego es la brillantísima Intertoto que ganó el Celta".
Su pique dialéctico, siempre de buen rollo, es compartido por el resto de la familia. El padre de Ángeles es del Celta, algo que a ella no le afectó para elegir sus colores y que ahora intenta que no pase con su sobrino pequeño, al que unos le hablan del Dépor y otros del Celta. Por ahora, todo controlado para Ángeles y su hermano: va ganando el Deportivo.
En los 12 años que llevan compartiendo sus vidas, nunca han visto un derbi juntos. Diferentes causas se lo han impedido, pero eso no quita que ambos estén deseando que su partido más esperado del año en LaLiga Santander se vuelva a producir pronto. Lo echan de menos, disfrutan más con las dos escuadras en la misma categoría, como ha ocurrido durante gran parte de su relación. Sin el apasionante, único y vibrante derbi gallego, su día a día no es igual.
Rafa (25 años) y Natalia (23 años) son jóvenes, pero llevan mucha vida compartida. Ocho años de relación emocionándose con ElGranDerbi de LaLiga. Mueren por sus equipos desde que nacieron y llevan al extremo una rivalidad tan pasional, divertida y bonita como la que hay en Sevilla entre el Real Betis Balompié y el Sevilla FC.
Al contrario de lo que suele ocurrir en otras familias, donde hay alternancia de equipos, la de Rafa es entera bética y la de Natalia es sevillista. A pesar de la eterna rivalidad, ambos reconocen que lo llevan "bien", que lo más difícil es cuando llegan los fines de semana y toca disfrutar de la magia de LaLiga Santander. Ahí empieza el pique sano, aunque en el día a día también surge porque les encanta avivar la llama cantando míticas canciones del Betis y del Sevilla para hacerse notar y decir aquí estoy yo con mis colores y mi escudo.
Su partidos más esperados del año, como no, son los derbis. El del Ramón Sánchez-Pizjuán no les queda más remedio que verlo separados porque Natalia es socia, pero los del Benito Villamarín lo ven acompañados. "No podemos vivirlos separados, siempre lo vivimos juntos. Eso sí, cada uno está en una esquina del sofá", revelan con una sonrisa. Los dos cuentan que desde que tienen uso de razón viven los encuentros de sus clubes con "la misma pasión porque es lo que mamas desde pequeñito. La pasión, es la pasión. En los partidos, disfrutas, ríes, te pones triste... eso es el fútbol y LaLiga. La pasión no cambia con los años, aunque de mayor entiendes más, vives más los piques y todavía te haces más de tu equipo".
Su relación está marcada de este amor eterno por sus colores y por una foto viral que hoy en día sigue saliendo a la luz en cada derbi. Todo ocurrió en el Villamarín en abril de 2013. Hasta el momento, es el primer y único cara a cara entre sus conjuntos que han vivido juntos en un campo y, como se puede comprobar, la emoción fue total. A sus 17 años, Natalia no pudo evitar emocionarse al ver que estaban ubicados detrás de los banquillos y tenía muy cerca a sus ídolos. Una experiencia que siempre recuerdan y que es inolvidable para ellos. Ese día, el resultado fue lo de menos, lo que sintieron es único e imborrable.
Gabriel, del Real Oviedo (24 años ) y Cristina, del Real Sporting de Gijón (25 años) son una pareja de las que cuesta encontrar en Asturias. Su enorme devoción por sus respectivos equipos los convierte en muy especiales y más desde que los dos clubes compiten de tú a tú en busca de un deseado ascenso a LaLiga Santander.
A ambos, forofos desde la cuna, les vienen estos sentimientos por sus familias, la de Cristina es muy sportinguista y la de Gabriel es muy oviedista. Un hecho relevante, pero no definitivo en una relación donde una parte muy importante es defender y lucir tus colores. Unos colores de los que presumen cada vez que pueden y que también lucen tanto fuera como dentro del hogar, donde cada uno se pasea con las zapatillas de su equipo.
El pique diario, desde el amor, es continuo. Por circunstancias personales, se encuentran lejos de su tierra en estos momentos, algo que no evita que sigan manteniendo sus abonos y yendo al Carlos Tartiere y a El Molinón cada vez que pueden. Además, también son peñistas y viajeros, por lo que la pasión por el Oviedo y el Sporting les hace pasar tiempo separado cuando les toca animar a los suyos fuera de casa.
Eso sí, cuando toca verlo por la televisión, a Cristina no le importa ver el Sporting junto a Gabriel, aunque a él no tanto cuando es al contrario: "Vivo más mi equipo que el rival y para ver el fútbol prefiero estar con gente del Oviedo o solo". Estos hechos son el anticipo que reflejan el motivo por los que los derbis sí que lo ven separados. Gabriel lo hace en el Tartiere y Cristina en El Molinón "pero nunca nos juntamos porque pueden salir chispas". Las chispas de la vida, las chispas del fútbol, las chispas de LaLiga 1|2|3.