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La encrucijada del Mallorca tras la sanción a Sarver: gorros al campo, millones al limbo y un comunicado

Patricio Candia

La inhabilitación por un año y los diez millones de dólares impuestos por la NBA a Robert Sarver, uno de los dueños del RCD Mallorca, como sanción por comportamiento abusivo en el entorno laboral y trato vejatorio a sus empleados de los Phoenix Suns y de las Phoenix Mercury de la WNBA dejan al club balear en una encrucijada institucional.

El informe de la NBA coincide con la suspensión del patrocinio de 1,8 millones de dinero público que iban a aportar el Consell de Mallorca y otras instituciones al club y la negativa de LaLiga de cambiar la hora de los tres partidos consecutivos del equipo balear a las 14.00 horas (Girona, Real Madrid y Almería) en plena ola de calor.

El Mallorca pierde las batallas en los despachos y tampoco parece tener peso en el organismo rector del fútbol profesional, que sí ha hecho caso a otros equipos para cambiar sus horarios a tenor de los partes meteorológicos.

Las peñas mallorquinistas tienen previsto hacer público su enfado por los tres horarios fijados por la LFP el sábado con diversas protestas en el minuto 14 del partido ante el Almería, entre ellas, la de dar la espalda al terreno de juego y lanzar gorros al campo.

La sanción a Robert Sarver, imagen del Mallorca

Todas esas acciones coinciden con la sanción a Robert Sarver, que salpica la imagen del Mallorca.

El presidente y también accionista de la entidad bermellona, el extenista profesional Andy Kohlberg, ha calmado a todos los estamentos del club y a los aficionados haciendo pública una carta en la que asegura de que "nada cambiará" tras la decisión de la NBA.

Defiende a Sarver, pero a la vez lo rebaja a "accionista minoritario", en alusión a un posible cambio -que no se ha hecho público- en la cúpula del poder en la entidad insular. O, por el contrario, es una maniobra de Kohlberg para limitar los daños a la imagen del Mallorca.

Sarver se ha defendido: "No estoy de acuerdo con algunos detalles, pero pido disculpas", declaró tras conocer el alcance de la sanción que se ha hecho pública en plena crisis política en el Consell de Mallorca por la ayuda al club propuesta por Catalina Cladera, presidenta de esa institución pública, y aplazada por la falta de apoyos entre sus socios de gobierno.

El club se deja millones por el camino

Ese patrocinio puede que nunca llegue a las arcas mallorquinistas, que siempre han sido espléndidas desde la llegada de los inversores estadounidenses, en 2016, al rescatar al club de la insolvencia tras una suspensión de pagos y de afrontar un elevado dispendio (unos 20 millones de euros) con la reforma en marcha del estadio Son Moix, propiedad del Ayuntamiento de Palma.

Sarver, Kohlberg y el resto de accionistas han desembolsado más de 50 millones de euros en el rescate del Mallorca desde la Segunda B a la Primera División.

Cuando los nuevos dueños llegaron a la isla la entidad bermellona era más noticia por los pleitos en los tribunales entre sus directivos que por sus resultados en los terrenos de juego.

Los rifirrafes judiciales parecen ser cosa del pasado en la centenaria historia del club y la sanción a Sarver "no cambiará la forma en que se gestiona el club en el futuro", escribió Kohlberg en una carta que hizo pública nada conocerse la decisión de la NBA.

"Nuestro equipo de gestión y grupo propietario siguen comprometidos con la continuación de nuestros valores de integridad, respeto e inclusión. Este informe de la NBA no afectará nuestro compromiso con el éxito a largo plazo del RCD Mallorca", precisó el presidente del club balear.

La entidad balear llama a la normalidad en unos momentos en que el equipo dirigido por el mexicano Javier Aguirre intenta consolidarse en su segunda temporada consecutiva en Primera División con un proyecto dirigido desde los despachos por el director de Fútbol Pablo Ortells.

Javier Aguirre, en un entrenamiento del Mallorca (Foto: EFE).

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