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Alavés, Jaén y el destino de ambos en 90 minutos

Pablo Sánchez

90 minutos en el fútbol pueden no solo marcar el devenir de un partido o incluso una temporada, sino también el futuro de un club. Es el caso del Deportivo Alavés y el Real Jaén, dos clubes que se cruzaron en la última jornada de la temporada 2013-2014 en Segunda división con la necesidad de ganar para salvar la categoría. Los vitorianos vencieron 2-3 en un agónico encuentro. Ahora, tres años después, los caminos de ambos clubes siguen rutas completamente diferentes.


La historia de estos dos equipos nos retrotrae a la campaña 2013-2014, la primera de ambos en la categoría de plata tras sus respectivos ascensos. Después de un año de incertidumbre y lucha por mantenerse alejado de los puestos de peligro, llegó la recta final de la competición. El Jaén cayó 1-0 a manos del Deportivo en la penúltima jornada, mientras que el Alavés hizo sus deberes venciendo al Numancia por tres goles a uno. Pese al triunfo, los vascos seguían penúltimos a un punto de la salvación y empatados con el Jaén, cuarto por la cola pero en la misma situación. El duelo de la última jornada era decisivo.
El Alavés visitaba el Nuevo Estadio de la Victoria de Jaén, acompañado por más de un millar de aficionados que creían en el milagro. Jaén, por su parte, se volcó con esta cita para la historia. Pese a que también tenían que estar atentos resultados externos, las cuentas eran claras: el que consiguiese el triunfo salvaría la categoría. Por delante, 90 minutos de agonía.
Para darle mayor emoción si cabe, los primeros 45 minutos fueron el fiel reflejo del miedo, el miedo a perder, a no cometer errores determinantes que pudieran acabar con el trabajo de todo un año. Tras el descanso, llegó la avalancha.

En el minuto 53, Jona remató de cabeza al fondo de la red para poner el 1-0 en el marcador. La locura se desató en las gradas del estadio jiennense, que veían más cerca la salvación. Los demás resultados eran favorables hasta el momento. Un viejo rockero de nuestro fútbol, Juanma, anotó el empate para los vitorianos en el 82’, devolviendo la esperanza a su hinchada. El Alavés necesitaba un gol más para seguir en Segunda. Y lo logró Mauro Quiroga. El espigado delantero se encontró un balón en el área y fulminó la portería contraria. Todo cambió con el 1-2.
De nuevo fue el turno del Jaén, que igualó el marcador por medio de Fran Machado en el 88’. Pero la locura definitiva estaba por llegar. En el 93', un balón colgado al área lo prolongó Manu Barreiro y Guzmán, de cabeza, entró en la historia del Alavés por anotar el gol de la salvación. En las gradas, lágrimas de todos los colores. Unas de tristeza por el retorno a la categoría de bronce y otras de felicidad por consumar una gesta que se antojaba improbable.
Un partido épico que determinó el futuro de ambos clubes. Ahora, algo más de tres años después de aquella final, los vitorianos miran con orgullo a una temporada histórica en Primera división; noveno en la tabla y subcampeón de la Copa del Rey, quedando a 90 minutos de jugar en Europa. Se dice pronto. Curiosamente, el mediocentro vitoriano Manu García es el único superviviente actual de aquella plantilla, de la que también formaban parte hombres como Borja Viguera, Ion Vélez o el cancerbero Iñaki Goitia.
En el otro bando, la decepción y la tristeza de un Real Jaén que este año ha descendido a Tercera división, un club histórico que se debate entre la vida y la muerte, con una deuda económica importante y un futuro incierto. Quien sabe lo que hubiese ocurrido si el resultado final hubiese sido diferente. El capricho del destino o del fútbol quiso que la historia de ambas escuadras discurriera por caminos totalmente diferentes.

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