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¿Unión? Deportiva Las Palmas

Araujo, durante un encuentro liguero (Foto: LaLiga).
Ardiel Almeida

Añoro las tardes del Insular. Las buenas y las malas. Los balonazos al cielo de Paqui, los centros de Socorro, los goles de Orlando y Eloy o las paradas de Manolo el de Arucas (ya saben cómo sigue).

Aquellos partidos que siempre quedarán grabados en el disco duro y en la retina. Más allá del desenlace final. El estallido de júbilo por el regreso a Primera en el año 2000 o el llanto desconsolado por culpa de un tanto de Marioni que casi confirmaba de forma definitiva la bajada al infierno.

Plantilla de Las Palmas (Temporada 97/98).

Cómo olvidar la noche mágica ante el Oviedo, en la que el Turu Flores, Walter Pico y compañía hicieron soñar a la grada con una remontada épica que al final no llegó. O el 4-2 al Real Madrid de Zidane (jugador) con doblete de un tal Rubén Castro. ¿Les suena este chico?

El cambio, tras la mudanza al Gran Canaria, ha sido enorme. Hablo única y exclusivamente a nivel sentimental y pasional. Y eso que en el recinto de Siete Palmas también se han vivido grandes momentos. En concreto, dos ascensos. No está mal para un estadio de apenas 15 años.

Pero esto va más allá de éxitos, de números. Va de sensaciones. Y sobre todo, de ambiente. Ahí es donde surge la nostalgia, al comprobar como la frialdad ya tan habitual en el actual estadio casi se ha vuelto perenne por culpa de los malos resultados y del alejamiento de la afición con el club.

Desazón, desconcierto, desesperación, desastre, desfalco, despropósito… todas las palabras que me vienen a la cabeza para definir el clima que rodea a la UD tienen, curiosamente, el mismo inicio. De momento elijo desapego, aunque dentro de unos meses nos veamos en la guagua…

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