Son cosas que ocurren cuando el equipo lo pierde todo menos la esperanza. De esa le queda algo a Juan Ramón Muñiz. Y que pueda disfrutar de ella, también depende de este último encuentro del año.
El técnico asturiano vuelve a mirar fijamente su pizarra porque durante la semana Gámez, Manolo y Obinna se han echado la mano a las piernas. No duelen las patadas, sino la falta de premio, algo que convierte una semana más un simple partido en una final. Hace tiempo que no estaban acostumbrados los futbolistas a vivir tantas seguidas y Muñiz, aún sin tener el título de psicólogo de Manzano, sabe descifrar que lo que tiene el equipo es ansiedad.
Lleva cinco empates seguidos el Málaga y por miedo a otras tablas, le da repelús ver el 0-0 inicial en el electrónico. Superar sus miedos y vencer a la fatiga mental será el primer paso para conseguir una victoria que vale más que el oro de los Reyes Magos. Y cuando salga del laberinto de su cabeza todavía quedará ganarle al Mallorca.