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Quincy, ese fantasma

Nada queda de aquel torbellino que irrumpió en La Romareda en aquel increíble 3-5 de principios de Liga. La tierra parecía abrirse en cada cabalgada de Quincy Owusu Abeyie, el holandés de padres ghaneses que venía de jugar con el Mundial con el país africano y que llegaba cedido por el Al-Sadd de Catar por recomendación de Jesualdo Ferreira. Ha acabado devorado en Málaga, preso de la irregularidad, de la inconsistencia y la indisciplina que le ha llevado a jugar en una decena de equipos a sus 25 años.
Aquel jugador que generaba murmullos de La Rosaleda cada vez que cogía el balón en el partido ante el Valencia del estreno liguero es historia. Desde el lunes no aparece por los entrenamientos y sus días en Málaga están contados. Evidentemente, no se prolongará la cesión ni se le comprará. Pellegrini le ha utilizado como revulsivo puntualmente en algunos partidos, pero su falta de compromiso hace que esté más fuera que dentro. Ha recibido varias multas y advertencias por su comportamiento fuera del terreno de juego. Ha sido en vano. Aquel chaval que compartía focos con Messi en el Mundial juvenil de 2005, que estaba en buena estima para Arsene Wenger en la academia del Arsenal, sigue con su eterna inmadurez. Una pena.

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